Alrededor de finales de la segunda mitad de la década de los 80's,
Por ese tiempo recién había terminado mi carrera universitaria y realizaba mi tesis de licenciatura. Dado lo anterior no contaba con mucho presupuesto ni oportunidades para acudir a conocer el mencionado hotel, así que pensé que ese sería un buen pretexto.
Tomé nota del lugar, día y hora, percatándome de la cercanía de la fecha distante tan solo algunos pocos días y sin prestar atención alguna al evento que allí se realizaría.
Tomé nota del lugar, día y hora, percatándome de la cercanía de la fecha distante tan solo algunos pocos días y sin prestar atención alguna al evento que allí se realizaría.
Al poco rato, terminadas mis actividades y sin ninguna motivación consciente, sentí la necesidad de sentarme en mi escritorio, tomar algunas hojas blancas de papel y empezar a trazar algo así como cuadros sinópticos sobre diversas áreas del conocimiento humano, entre ellos Física, Química, Filosofía, Literatura, Economía, Música, etc., etc.
Nuevamente, sin reflexionar en lo que estaba haciendo, sin cuestionarme en lo más mínimo de donde surgía aquel impulso de plasmar gráficamente aquello. Una vez que sentí en mi interior que había concluido los esquemas, simplemente los dejé a un lado, olvidándolos por completo.
Cuando llegó el día del evento, me dirigí al hotel con anticipación suficiente para admirarlo y recorrer algunos de sus espacios, para finalmente acudir al evento mas por la curiosidad de conocer los salones que por el tema que ni siquiera tenía consiente en si mismo.
Me encontré con un inmenso salón, del tipo común en los grandes hoteles, que cuentan con paneles móviles para subdividir el espacio y así adaptarlo a las necesidades de la audiencia esperada, que en este caso era la máxima posible.
Como ya había una considerable concurrencia y estaba a punto de comenzar el evento, rápidamente tome el lugar que me pareció mejor ubicado de entre los que aun estaban disponibles, sin prestar mucha atención a los detalles del entorno del salón.
Muy pronto nos dio la bienvenida un expositor que en español y apoyado con una serie de diapositivas, hablaba de un tema totalmente nuevo para mi en aquel entonces. La interconexión de las mentes y el hecho de que cuando cierto numero de personas, denominado “masa crítica”, enfocaba su mente en un mismo pensamiento, eran capaces de “irradiar” ese pensamiento sobre una cantidad de personas igual al número de la “masa crítica” elevado al cuadrado. Todo aquello fundamentado con estudios científicos y pruebas experimentales, realizadas en la Universidad Maharishi y asociadas a la Técnica de Meditación Trascendental
Muy pronto nos dio la bienvenida un expositor que en español y apoyado con una serie de diapositivas, hablaba de un tema totalmente nuevo para mi en aquel entonces. La interconexión de las mentes y el hecho de que cuando cierto numero de personas, denominado “masa crítica”, enfocaba su mente en un mismo pensamiento, eran capaces de “irradiar” ese pensamiento sobre una cantidad de personas igual al número de la “masa crítica” elevado al cuadrado. Todo aquello fundamentado con estudios científicos y pruebas experimentales, realizadas en la Universidad Maharishi y asociadas a la Técnica de Meditación Trascendental
Según yo, había escuchado atento la conferencia, pero cuando la conciencia no está lista para recibir un nuevo conocimiento y “darse cuenta” pues simplemente no lo está. Al final, invitaron a las personas interesadas en conocer más del método, a pasar a una mesa instalada en el lugar y a dejar sus datos, tomar información o bien inscribirse en los cursos que estaban por iniciar.
Como yo no lo estaba en ese momento, sino que en mi mente consciente, como ya dije, solo estaba la idea de conocer el hotel, me quedé contemplando el salón desde mi silla observando la decoración neutra distintiva de esos espacios. Solo alcancé a notar múltiples cuadros de color rojo intenso pintados con “motivos” dorados, bordeados con sus respectivos marcos también de color dorado mismos que, a pesar de yo tener aun una excelente vista en ese entonces, no alcanzaba a distinguir con detalle dada la proporción entre el inmenso salón, el tamaño de los cuadros y la distancia a la que me encontraba de ellos.
Dado lo anterior, mientras numerosas personas formaban fila para acercarse a al mesa, yo caminaba por entre las paredes intentando observar con detalle aquellas imágenes que llamaban poderosamente mi atención y que por sus características me parecían, a pesar de mi ignorancia, claramente asociados con la iconografía hindú.
Poco a poco fue creciendo mi sensación de sorpresa al ver que el primer cuadro que observaba tenía en la parte superior escrita en español la palabra Física y que en él se desglosaban las diferentes áreas de la misma de manera gráfica muy similar, por no decir idéntica, a como las había plasmado en aquellas hojas unos días atrás. Al pasar a los siguientes cuadros ocurrió exactamente lo mismo, al punto incluso de que en aquellos donde mi ignorancia sobre el tema era total, me di cuenta que en mis dibujos no estaba distribuida homogéneamente la información, sino que eran espacios que había dejado en blanco, como si hubiese estado copiando literalmente aquellos esquemas y decidido dejar el espacio libre de manera intencional.
El caso es que hasta donde podía recordar aquellos
“mapas mentales” eran idénticos en su esencia a los dibujados por mi, variando tan solo en los detalles secundarios (el color del fondo, el tipo y color de las letras, el enmarcado y los materiales con que estaban hechos). De lo más que pude “darme cuenta” en ese momento fue de que existía una “curiosa coincidencia” y me retiré del lugar. Incluso por algunos años al recordar aquellos eventos tan solo podía afirmar para mis adentros ¡Que curioso!. Alrededor de tres años después de dicha experiencia, cierto día recapitulando la misma algo dentro de mi pudo asociar aquella “coincidencia” con el tema de la conferencia. Como se dice comúnmente en mi país (México) ¡Me había caído el veinte!.
Vieja frase usada para expresar que finalmente se comprendía algo de lo cual ya de tiempo atrás se tenían los datos y que es una extensión metafórica vinculada a los antiguos teléfonos de monedas en los cuales no era posible iniciar una conversación entre los interlocutores aunque se hubiera introducido una pesada moneda de veinte centavos de cobre. Si la misma no “caía” hasta el fondo y oprimía el interruptor de enlace, las partes no se escuchaban entre si y no era posible iniciar la comunicación.
Por aquel entonces ya había dado mis primeros pasos en los temas de el desarrollo de la consciencia, lo que me llevaría de manera natural a el tema de la posibilidad del desarrollo espiritual consciente. Derivado de aquellas experiencias se me permitió entrar en contacto cercano con el trabajo del Doctor en Ciencias Biomédicas Jacobo Grinberg, primero a partir del texto “El cerebro y los chamanes” de la serie chamanes de México y luego con el resto de su obra. De ese encuentro pude empezar a comprender, primero desde una perspectiva rigurosamente científica basada en la neurofisiológica y básicamente idéntica en fundamentación a la de aquella conferencia, lo que más tarde encontraría desde una perspectiva espiritual y no materialista (más allá de las neuronas), en todas las tradiciones del planeta, las cuales hacen referencia a la conciencia de unidad aunque denominándola a veces de diversas maneras.
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