Alrededor del 2004, derivado del vínculo con Mónica mi pareja, tuve mi primer encuentro con “El hostal de la luz”. En esa ocasión, lo visitaba como uno más de los tantos huéspedes que tomando alguno de los múltiples talleres de fin de semana que se imparten allí, se hospedaba.
El sitio me pareció de una belleza, serenidad y armonía, simplemente indescriptibles. Tanto el lugar en si, sus espacios y arquitectura, como el entorno natural al que está integrado entre las montañas de Amatlán de Quetzalcóatl, poblado cercano a Tepoztlán, ambos en el estado de Morelos.
Aunque la experiencia en general fue memorable, tuve la sensación de que el potencial del lugar no estaba expresado aún en su máxima capacidad. Faltaban algunos años mas para recibir respuesta al por que de aquella intuición.
Continué yendo durante años con Mónica a la casa de mis suegros en aquel poblado. Y tiempo después, por intermediación de mi cuñado Diego Herrera, reconocido músico de fama internacional, fui invitado a participar en un taller vinculado con Tom Lake, fundador de la "Escuela Internacional de Chamanismo" con quien él colaboraba organizando talleres y como aprendiz.
Aun cuando en lo personal yo no tomé aquel camino, pues me encontraba comprometido con otro vinculado con Regina, si tuve diversas experiencias, entre ellas mis mejores y mas profundas en temazcal, hasta ahora.
Allí tuve emotivas vivencias con numerosas personas de gran corazón y enorme calidad humana, incluido el propio Tom, con las que múltiples lazos se fueron tejiendo con el paso del tiempo. Lo que no sabía en ese momento es que diversas experiencias de años atrás, asociadas con Regina, Jorge Berroa y Jacobo Grinberg entre otros maestros, se unirían entre si.
Derivado de la relación con Diego varios de los asistentes estaban vinculados con la producción de medios (música, cine, etc.) y sería providencial su intervención.
Uno de los primeros encuentros se dió con Sergio Muñoz (guionista y director cinematográfico también de reconocida trayectoria y hombre de aguda intuición). De ese encuentro y por su generosa intervención, sería posible “rescatar” y difundir el video titulado “El Valle Sagrado el Urubamba”, basado en las investigaciones del peruano Daniel Ruzo así como de diversos guardianes de tradición. El valioso video, presentado dos décadas atrás y enlatado sin que fuera posible verse desde entonces, fue realizado alrededor de 1980 por el reconocido realizador Don Demetrio Bilbatúa y con la asesoría histórica de Toño (Don Antonio Velasco Piña), quien me entregara un rollo muy deteriorado, en formato de 16 mm. dentro de una lata marcada con el nombre de Francisco Lerdo de Tejada, su muy cercano amigo, promotor del proyecto y también asesor histórico del mismo, trascendido apenas algunos meses antes de esa entrega. Daniel había dedicado alrededor de medio siglo de su vida, documentando los templos atlantes de las montañas de diversos continentes y terminó sus días en Morelos, estudiando los de las montañas sagradas de México. Derivado de la publicación de su libro titulado “El Valle Sagrado de Tepoztlán” es que fue recuperado, con ese valioso testimonio, la secreta función de esas montañas, así como del valle.
De aquel conjunto de eventos también se derivó el que me fuera posible conocer personalmente al realizador, gran documentalista, así como el premio Ariel al que fuera merecedor el citado trabajo. Demetrio al tener conocimiento del origen de aquel rollo, prácticamente inservible ya, generosamente dio instrucciones de que se me entregara una copia de su propio archivo digital.
Desde entonces, diversos médiums han confirmado aún cuando muy poco soy capaz de alcanzar a comprender, que a partir de aquella experiencia se estableció un vinculó de mi parte con el espíritu de Francisco y se reforzó el previamente existente con el de Daniel.
Otro más de los llamados, vinculados con aquel grupo, sería Jaime Yancelson, quien junto con su padre se encarga de la comercialización de sellos musicales de prestigio internacional, y que tanto por su vínculo con el judaísmo, como por su equilibrio entre inteligencia y sensibilidad, fue natural platicar durante aquellos encuentros sobre diversos temas, entre ellos las visiones sobre el despertar de México compartidas por Antonio Velasco Piña y Jacobo Grinberg. Tiempo después, Jaime sería llamado a fungir como vínculo con el mundo de Jacobo, a través de la música. Varias personas de ese mismo grupo espiritual también serían llamadas más adelante, entre ellos Gerardo Tort y Ana García.
Alrededor de Julio del 2007, muchos meses después desde mi último encuentro con aquel grupo, físicamente, aunque no en mi corazón. Me contactó por internet Angy Bahl, una médium de Colima, ex discípula y amiga muy cercana del médium cubano Jorge Berroa.
La referencia de Jorge me era muy familiar, tanto por el libro sobre su vida, escrito por Antonio Velasco Piña y prologado por Laura Esquivel, cercanos amigos entre ellos, amistad compartida con el médium y conmigo también. Así como por las entrevistas personales que tuviera con el personaje, alrededor de la etapa final de su vida.
Aunque Angy y yo no teníamos ningún antecedente uno del otro, en ese nuestro primer encuentro, ella se abrió a confiarme que la noche anterior el espíritu de Jorge le había indicado que buscara por su nombre en internet y que completara el pendiente que tenía. Al hacerlo, entre las pocas referencias que encontró al respecto, resonó en su interior uno de los varios sitios que tiempo atrás fueran construidos también por intermediación e indicación del mismo personaje, trascendido alrededor de finales del 2006, pero que junto con Jacobo se mantenía en contacto permanente desde la dimensión donde se encontraban.
Derivado de ese encuentro, Angy dio a luz a un bello y completo sitio dedicado a difundir el conocimiento que Jorge representara en vida, como una forma de agradecimiento hacia él, así como a sus guías y maestros.
Mantuve comunicación frecuente con Angy, durante algunas semanas, y casi al final de lo que sería nuestro encuentro hasta ese momento, me envió el mensaje de que leyera el libro “2012 El despertar de la humanidad” de Oscoy.
Con el mensaje recibido, sin prisa por apurar el encuentro, confiando como se iba haciendo cada vez más y más habitual en mi vida, derivado de la misma enseñanza que nutriera a Jorge, a Angy, a Antonio y a tantos más. Trataba no de hacer, sino de dejarme llevar.
La llegada a mi vida del texto, una vez más como en tantas otras ocasiones, sería a través de Mónica. Días atrás le había comentado a ella de los eventos ya mencionados y de manera sincrónica, al hablar con su hija quien se encontraba cerca de una librería en ese momento y pedirle investigara si había en existencia ejemplares del mismo, encontraba al menos uno de la ya prácticamente agotada primera edición.
Cuando inicié la lectura del texto, rápidamente fueron sucediéndose numerosas sincronicidades que daban respuesta al por que los maestros indicaban que hiciera contacto con ese material. De hecho algo interno me hacía sentir como si aquel libro fuera “mío” por más de una razón.
Por un lado me encontraba inicialmente con que el autor era el Dr. Luis Alfonso Ortiz Oscoy, médico cirujano y propietario de “El hostal de la luz”, de quien tenía referencia indirecta, pues Diego mi cuñado lo había invitado también a participar en los talleres impartidos por Tom su maestro. Y, aunque Luis y yo nunca coincidimos físicamente pues cada uno participamos en diferentes grupos y fechas, si me era una referencia familiar.
Por otro lado narra Luis que, años atrás, cuando se inaugurara la primera parte del proyecto que más tarde sería el hostal, llegaba a sus manos el libro “La Puerta: Una entrada a otra realidad” escrito por mi suegro, Germán Herrera, padre de Mónica y Diego. En ese encuentro se revelaban sincronicidades para él, como ahora con el suyo para mi.
Por supuesto otra de la “coincidencias” que compartíamos es el contacto con los maestros que “habitan” las montañas que componen la cordillera Amatlán-Tepoztlán-Chalma-Malinalco, con las que ambos manteníamos profundos vínculos. Sin embargo la más, más significativa revelación que me ligaba con Luis, era el vínculo con Jacobo Grinberg, cuya identidad, aunque omitida intencionalmente a petición expresa de Estusha, la hija de Jacobo con quien Luis mantenía también un fuerte vínculo desde hacía muchos años atrás, era fácilmente adivinable para cualquiera que conociera un poco de la trayectoria del desaparecido investigador universitario.
Una vez terminada la lectura del documento, las indicaciones fueron claras. Hacer contacto con su autor, cosa que resultó fácil dado que este había incluido una dirección de correo electrónico en el mismo.
Envié un email a Luis manifestándole mi intención de platicar personalmente con él, e incluyendo algunos antecedentes así como mis datos personales.
Días después, una tarde temprano cuando me encontraba en un restaurante esperando la llegada de una persona que me había invitado para platicar, y que durante esa charla me narraría sobre su vínculo tanto con Jacobo como con “el Hermanito” quien por medio de una “curación” le había cambiado los pulmones. Hecho que puede parecer insólito para muchos, pero familiar para mi que con el paso de los años he tenido la oportunidad de platicar con pacientes diversos a los cuales tanto aquel, como Pachita, madre de Enrique Ugalde “el Hermanito” actuando ambos como canales del espíritu de Cuauhtémoc, les habían realizado “curaciones” remplazando en algunos casos diferentes órganos y tejidos, incluso vitales.
Recibía en mi celular respuesta de Luis indicándome que ese mismo día alrededor de las 7 pm, estaría en el hostal, donde me podría recibir.
Como me encontraba al sur de la ciudad, cerca de la salida a Cuernavaca y la cita con la persona que esperaba tenía la certeza tomaría alrededor de dos horas máximo, acepté su invitación.
Unas pocas horas más tarde me reencontraba con el hostal, pero ahora desde una nueva perspectiva. Pregunté a la entrada por el Dr. Ortiz, y me indicaron que podía encontrarlo en una de las bellas terrazas exteriores. Al llegar frente a él me presente por mi nombre, para luego saludarnos con un cálido abrazo.
Después de ese primer encuentro, vendrían muchos más, pues durante varios meses consecutivos me reuní con él y varios de sus amigos, ya para entonces también míos. Entre ellos Ana Signoret, Maurizio Leuzzi, Ramón del Cueto, Andrés Aranda y otros más quienes se reunían desde hacía varios años, cada martes, para intercambiar sobre diversos temas, convivir y fundamentalmente para meditar juntos en el Ashram del Tlamalizcalli. Otro más de los asiduos asistentes era Manuel González, primo de Luis, quien había colaborado directamente con Jacobo en la Universidad Nacional Autónoma de México durante varios años, y que continua trabajando con algunas líneas de investigación.
Decenas de cosas muy interesantes podría narrar sobre aquellos encuentros, pero me limitaré por razones de brevedad a una de ellas, especialmente significativa.
Una tarde, durante ese periodo de asistencia regular al hostal, en que me alojaba en Tetlixpa, la casa de mis suegros que me fuera generosamente ofrecida por mi suegra Lina, quien recientemente enviudara. Mientras caminaba el kilometro y medio que dista la casa de Amatlán del hostal y que prefería recorrer a pie para, a pesar de los múltiples ladridos de los perros a mi regreso al pueblo a la media noche, poder disfrutar del maravilloso cielo que se desplegaba entre las montañas. Sentí una duda en mi interior que me llevó a pedir confirmación acerca de si debía o no seguir asistiendo.
Minutos después llegaba al hostal, y ese día en particular encontraba a los asistentes reunidos alrededor de una computadora donde un hombre mostraba una presentación basada en sus estudios realizados en el observatorio de Xochicalco.
Esperé hasta que la presentación terminó y el grupo se disolvió formando varios círculos de personas de los cuales en ese entonces no conocía a nadie prácticamente. Ana, siempre atenta y gentil anfitriona al observarme, me saludó y empezó a presentarme, sin embargo tuve la sensación de permanecer aislado hasta “sentir” a que grupo debía integrarme. De pronto la respuesta llegó y justo después de saludar e integrarme a uno de ellos, una mujer del grupo de nombre Marilú Figueroa, afirmó ¡Una vez conocí a una persona que fue muy importante en mi vida. Su nombre es Jorge Berroa!. Al escuchar aquello, supe en mi interior que estaban respondiendo a mi pregunta realizada apenas minutos atrás, también tuve la certeza de que algo en mi me pedía actualizara la información sobre Jorge, por lo que de manera contundente expresé ¡Jorge dejó su cuerpo en 2006!. Al escuchar lo anterior, la mujer simplemente enmudeció, para mas tarde afirmar ¡No lo puedo creer!.
Como si una cosa estuviera encadenada con otra, el hombre que minutos antes mostraba a los asistentes su presentación, cuyo nombre era también Jorge y ahora era parte del pequeño grupo donde me encontraba, afirmó “de la nada”. ¡Saben que estas montañas fueron estudiadas por un colombiano de nombre Daniel Ruzo quien incluso denominó al valle “El valle Sagrado de Tepoztlán”!. Otra confirmación en menos de un minuto. A riesgo de parecer pedante, algo dentro de mi no pudo evitar afirmar ¡Daniel era peruano!. Corrección que fue avalada por Jorge.
Demasiadas sincronicidades para una sola noche y hubo tantas que sería demasiado extenso hablar de todo lo que en ese espacio se tejió. Con Jorge, con Jacobo, con Regina, con Cuauhtémoc, con Egipto, etc., etc., etc..
En fin que, aunque siguiendo las indicaciones asistí regularmente durante alrededor de cuatro meses donde disfruté de la generosidad y amistad, tanto de Luis y de Ana como anfitriones, como de la de los otros asistentes y muy especialmente de la energía del lugar y su entorno.
Un día de pronto llegó la indicación de dejar de hacerlo temporalmente para dedicarme a otras tareas con otros grupos. Sin embargo y un poco a manera de cierre ocurrió lo siguiente.
Por aquel entonces contaba con la grata cercanía de mi amiga Laura Lara. Directora editorial de uno de los sellos de Editorial Santillana, editora también de algunos de los títulos de Laura Esquivel y que había sido invitada por ella a acompañarnos durante las semanales reuniones de “Un curso de milagros”.
Con ella el destino había tejido diversos nexos entre ambos. Por un lado, desde su natural y profunda intuición, un día me hizo entrega de un documento que estaba en proceso de ser publicado, para que le diera mi opinión al respecto. El texto era relativo al quinto sol y la Atlántida.
De esa primera conexión sucederían algunas más. Una de ellas estaba relacionada con Antonio Velasco Piña, común amigo y compañero de ambos. Por un lado por que tiempo atrás había recibido la generosa oferta de parte de Antonio de confiarme el proyecto de publicar digitalmente varios de los títulos de su obra, a fin de que fueran ofrecidos en Internet en la novedosa opción denominada impresión bajo demanda en que el texto correspondiente es anunciado por la web sin que exista físicamente y es hasta el momento en que es adquirido cuando, por medio de impresoras y maquinarias automatizadas, se crea el libro para su entrega, evitando múltiples gastos de promoción y almacenamiento, entre otros, con los correspondientes inconvenientes, y ofreciendo mejores porcentajes al autor. Sin embargo, aunque agradecí la oportunidad y la exploré durante algún tiempo, rápidamente me di cuenta de que no era capaz de completar aquella tarea por estar fuera de mis capacidades, y que tampoco era la adecuada para un escritor de la talla y trayectoria de Antonio. Ahora, al saber que la obra de mi querido amigo estaba en tan buenas manos y que existía el proyecto de reeditar aquellos títulos que no habían estado disponibles desde tiempo atrás para ir completando lo que se pretendía llegara a ser la colección Antonio Velasco Piña, me llenaba de alegría y paz. Aún así, varias sincronicidades se desprenderían de ese experiencia tanto con Antonio como con Regina.
Otro nexo estaba vinculado con el libro de mi suegro “La Puerta”, que sincrónicamente estaba asociada con Antonio también, quien junto con otras personas había sido invitado por el autor a presentar su libro a principios de los años 80's. Laura por supuesto había manifestado ya su interés en hacer una nueva edición del libro de mi suegro, fallecido apenas alrededor de un año atrás.
Derivado de la entrega y profesionalismo de mi amiga, la tercera sincronicidad estaría también vinculada con otro proyecto editorial. Salíamos del taller de “Activación de la glándula pineal” impartido por Fresia Castro, amiga chilena difusora del método, quien apenas algunas pocas semanas atrás llegaba a casa de Laura Esquivel a una sesión de “Curso de milagros”, durante la cual se revelaron diversos vínculos entre nosotros que nos llevaron a encontrarnos más de una vez para platicar sobre diferentes temas, entre ellos sobre Jacobo Grinberg quien se había hecho presente en su vida la misma semana de nuestro primer encuentro.
Laura y Adolfo Cimadevilla, otro cercano amigo, compañero también de “Un curso de milagros” con quien igualmente se estaban dando sincronicidades profundas vinculadas con Jacobo, habían acordado una cita para comer. Adolfo consultó con Laura y de último momento se organizó que tuviera la oportunidad de acompañarlos a ambos.
Durante la improvisada reunión, conversando en una agradable terraza exterior en la parte superior de un restaurante de la colonia Polanco, cercano a la sede de CYCLOPEA donde se llevó a cabo el curso, salió a colación el tema de un libro que estaba pronto a lanzarse por parte de la editorial donde trabajaba nuestra amiga, proyecto de su especial interés titulado “El laberinto de la rosa” del cual apenas algunos días atrás ella me obsequiara un ejemplar. En la portada de dicho libro, aparecía una reproducción del laberinto de la catedral de Chartres, en Francia.
Por asociación le comenté que en “El hostal de la luz” existía una réplica de dicho laberinto y que su existencia sería fundamental para una distinción que el propio Dalai Lama le entregara al sitio.
La historia, que me había sido narrada apenas unas pocas semanas atrás por el propio Luis, durante alguna de nuestras tantas pláticas entre los espacios del hostal , era la siguiente.
Años atrás la oficina de su santidad, había emitido una convocatoria para declarar zona de paz mundial al lugar que cumpliera con diversos requisitos: Estar ubicado entre las montañas, estar vinculado con actividades asociadas a el despertar de la conciencia y la ecología, fundamentalmente ente otras.
Por supuesto múltiples sitios del planeta cumplían con las condiciones, pero un requerimiento excepcional era el hecho de que el lugar debía contar con un laberinto.
Ocurría que esa especifica condición, entre aquellos que respondieran a la convocatoria, pudo ser satisfecha por “El hostal de la luz”. Por lo que en Febrero de 2006 fue declarado “Zona de Paz mundial”.
Aquella “extraña” solicitud habla de que la convocatoria era una cita en el espacio-tiempo, una más de las tantas que existen entre Tíbet y México, y que han sido ampliamente consignadas por Ayocuan, Antonio Velasco Piña, Jacobo Grinberg, etc.. De hecho el propio Oscoy narra en su libro sobre el 2012 sus propias experiencias en aquel territorio.
Algo que, además en lo personal considero corrobora la anterior sensación de predestinación para aquel encuentro, era el hecho de que como ya comenté, había sido por intermediación de Jorge Berroa que había sido enviado a reencontrarme con el hostal. Y uno de los principales maestros del médium cubano era Gandhi, quien junto con el Dalai Lama son representantes planetarios de “La Paz como camino”.
Para recordar aquel significativo acontecimiento, apenas traspasado el umbral que da acceso al mágico sitio, se encuentra una hermosa fuente con un bloque de cantera inscrita conmemorando la distinción.
Aquel espacio, como cada uno de los muchos que componen al lugar, tiene su propio toque energético y profundamente simbólico, pero a la vez como corresponde a una universidad de la conciencia, logra dar una cátedra vivencial de belleza y armonía del entorno y con la naturaleza.
Cuando derivado del contacto consciente con el todo, con la unidad, en nuestra percepción solo veamos que todo Amatlán, el resto del país e incluso todo cuanto existe en el universo ha recuperado su original perfección y belleza. Entonces, podremos estar seguros que ha regresado Quetzalcóatl, pues habremos retornado a lo sagrado.
Después de compartirles la historia anterior, nuestra amiga Laura comentó que estaba a punto de iniciarse una campaña publicitaria para el lanzamiento del libro, que incluiría un rally enigmático basado en el texto, y que el premio al ganador sería un viaje al interior de la república. Derivado de lo que acababa de relatar, le era claro que el viaje debía ser a el hostal.
Me pidió que la presentara con Luis para plantearle el proyecto y unas pocas semanas después estábamos físicamente en el hostal, uno de aquellos martes de reunión donde al atardecer, desde las bellas terrazas así como a través de los inmensos ventanales del restaurante Shambhala, es posible admirar las montañas maestras de Amatlán dominando el horizonte. Y, al caer la noche, a la salida de la meditación en el Ashram, al finalizar “el trabajo”, ocurre el milagro de poder admirar, como en pocos lugares del planeta, un estremecedor cielo estrellado y así como algunos prodigios en él.
Aquel día, juntos, en paz y entre amigos, comprometidos todos, cada uno a su manera y desde sus propios recursos y posibilidades, pero seguro todos intentando dar lo mejor de si mismos. Compartimos una vez más, entre charla, meditación y cena.
En medio de aquellas reuniones la enseñanza de mí querido amigo Antonio, uno de los hombres más elevados y humildes que he conocido en mí vida, estuvo siempre presente. Tratando torpemente de seguir su ejemplo aunque sin nunca poder lograrlo del todo, más que hablar de mí o de mis limitados conceptos e ideas, o de mis acciones, intentaba escuchar buscando el silencio interno, tratando de no juzgar, que es una excelente forma de aprender, auto conocerse y trabajar con el ego, la importancia personal.
Siguiendo las indicaciones que se me dieran, en cada visita, durante las cenas trataba de sentarme con nuevas personas para conocerlas a través de sus historias. Fascinantes narraciones, muy diversas y hasta difíciles de creer para muchos me fueron compartidas durante aquellas veladas, aunque en el fondo todas compartían un común denominador, el posible despertar de la humanidad.
Después de este reencuentro, aquella sensación de mi primera visita al hostal y de que el potencial del lugar no estaba aun totalmente expresado, encontraba respuestas. Por un lado, en aquella ocasión el laberinto apenas estaba en construcción, y “El jardín de la luz”, lugar donde se encuentra este, apenas era un proyecto. Ahora quedaba claro que más que un bello SPA Holístico, el lugar estaba llamado en el futuro a operar como una de las sedes de la “Universidad de la Conciencia”, hecho que de manera premonitoria fuera consignado por Don Felipe, uno de los guardianes de Amatlán, quien al ser invitado a una ceremonia de inauguración para una de las primeras etapas de construcción, sin previo acuerdo o consentimiento de Luis, hecho que lo sorprendió favorablemente al comprender el alcance de aquellas palabras, lo bautizó como Tlamalizcalli, “Casa de sabiduría”.
Un evento curioso más, es que por el tiempo entre que Luis me narrara sobre la distinción al hostal, y que mi amiga Laura me obsequiara el libro y se preparara la campaña publicitaria, México esperaba nuevamente la visita del décimo cuarto Dalai Lama Tenzin Gyatso, misma que finalmente fuera cancelada por presiones políticas del gobierno Chino. Ahora recuerdo que cuando recibiera el documento, también me fue obsequiado, por otra persona, un boleto para asistir a una de las conferencias que daría su santidad, mismo que de manera inconsciente coloqué como separador en el antes citado libro. Semanas después milagrosamente ambos se enlazarían.
Es fascinante como el universo teje el orden, pues los espíritus de Ruzo y Jacobo, junto con los de otros maestros, habían revelado tiempo atrás la existencia de un lugar con características energéticas similares a las de Amatlán, aun cuando el clima es muy diferente pues esta zona es menos cálida por estar ubicada no en el estado de Morelos sino en el de México. Allí existe un lugar denominado “Centro Tonalli”, mismo que una vez más me fuera dado conocer por intermedicaión de Mónica quien estaba vinculada con dicho lugar desde décadas atrás. El centro reunía también, aunque de otra manera, condiciones parecidas que el hostal pues era sede de numerosos talleres y actividades de expansión de la consciencia así como de tradiciones espirituales vinculadas con diversas regiones del planeta y también cuenta con laberintos, cuyo diseño esta vinculado con el conocimiento de dimensiones superiores, siendo Drunvalo Melquizedek uno de los canales.
Dicho centro igualmente se encuentra a los pies de una bellísima montaña maestra perteneciente a la misma cordillera, custodia de un increíble conocimiento del que por ahora muy poco es posible revelar pues, transcribiendo las palabras del maestro Sufi, que Germán plasmara en su libro, “El secreto se protege solo”. Lo que si puedo acompartir, pues me fue expresado directamente por una guardiana vinculada con el lugar, es que al respecto de aquella zona, el venerable Lopön Tsechu Rinpoche ha expresado que tiene la misma energía que Lhasa en el Tibet, donde se encuentra el Potala, el palacio del Dalai Lama.
Una cuarta sincronicidad daría lugar casi al final de nuestra etapa de cercana relación y que ocurriera apenas a un par de semanas de que mi amiga diera a luz a Valeria, su primera hija.
En esa ocasión Laura me pedía la acompañara a la ciudad de Cuernavaca, Morelos, a ver un posible proyecto editorial con Don Jesús Barrera quien fuera discípulo cercano, al igual que Lilia mi amiga médium por quien me llegaran los primeros contactos con el ya trascendido espíritu de Don Daniel Ruzo, como él se refiere respetuosamente a su maestro, y que, coincidentalmente fungiera como enlace entre Francisco Lerdo de Tejada y Antonio Velasco Piña décadas atrás. De ese encuentro se desprendió lo que más tarde sería el antes citado video sobre los secretos del Urubamba. Para ese viaje, el orden del universo designaba que ahora esperara a que me recogiera Laura, en el mismo sitio donde años atrás fuera llevado por Leticia Gallegos, otra amiga residente en ese entonces en Puerto Vallarta, Jalisco, quien de paso por la ciudad me pedía la acompañara a ese mismo punto para recoger “medicina energética” que requería para su reingreso a los mundos intraterrenos a los que accedería por una entrada ubicada en Rapa Nui, la Isla de Pascua.
La información para nuestro encuentro con Don Jesús, había sido entregada apenas unas semanas atrás por intermediación de guardianes vinculados con México, Sur América y Egipto. A uno de estos guardianes, quien se mantiene en contacto con el espíritu de Francisco Lerdo de Tejada, desde que este dejara su cuerpo apenas un par de días antes de salir a un viaje por aquella región del planeta ubicada al Norte de África, le había sido revelado que, al igual que en aquella ocasión en que Francisco fungiera como promotor del proyecto para la realización del video sobre las montañas del Perú, continuaba ahora de manera sutil trabajando junto con otros maestros entre ellos Daniel, Jorge y Jacobo, tejiendo lazos que permitan realizar un nuevo video documentando ahora los secretos atlantes custodiados por las montañas sagradas de México legados por las humanidades anteriores a esta, la quinta humanidad, el quinto sol, para ayudarnos en nuestra ascensión.
Lugar
en que
naciera Quetzalcóatl,
torrente de vibraciones, incontables
impresiones. Poderosos espíritus
dialogando animadamente, guías
de luz para la humanidad en pasadas edades.
Montañas del valle, también en incesante dialogo,
lo mismo plantas y animales. Encima de aquel
aturdidor barullo predominan dos voces de
cósmicas resonancias, los Volcanes Iztaccihuatl
y Popocateptl, elevadas cumbres imperando
fuera de los linderos del valle, avasalladora presencia.
Escuchar hablar a las montañas, alud de vibraciones.
Valle de Tepoztlán, esplendorosa y enigmática belleza.
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