viernes

Tloque Nahuaque:


- Un enigmático mensaje:
Eran los inicios de los años ochentas, y me encontraba de reciente ingreso en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, estudiando la licenciatura en Física.
Un cierto día, un anuncio en el diario llamó poderosamente mi atención. Era como un llamado, aun cuando mi consciente no era capaz de entender, algo en mi ser así lo sentía.
Al final del periódico, escondido en la sección de anuncios, un pequeño recuadro decía TLOQUE NAHUAQUE y daba una fecha y hora, sin mas explicaciones. El lugar de encuentro, el Espacio Escultórico en la zona cultural de la misma universidad donde estaba estudiando, y que hasta entonces no había visitado.

- Encuentro con el espacio escultórico:
Llegó el día de la cita, y acompañado de Rosario, mi primera novia, arribamos a la zona en auto hasta el exterior del espacio, al que para acceder es necesario caminar algunas decenas de metros después de traspasar una reja.
El entorno de toda aquella área era espectacular, pues formaba parte, y continua haciéndolo hasta hoy día, de un reserva ecológica al Sur de la macrópolis de la Ciudad de México. Allí existe una exótica y exhuberante vegetación que enmarca la totalidad del paisaje, así como a las monumentales edificaciones que en ese entonces no estaban rodeadas de tantas bardas y cercados, mismas que en la actualidad restan algo de la unidad y belleza a todo el campus universitario.
Al irme aproximando, algo expectante, majestuoso, algo que ahora puedo definir con absoluta certeza como sagrado, se iba revelando. Una imponente muralla de megalitos triangulares surgía ante mi asombrada visión. ¿Que era aquello preguntaba en mi interior?
En el perímetro exterior, encontramos a algunas personas que habían llegado ya a la cita, así como otros convocados por lo invisible que acudían al llamado de manera intuitiva como ocurre permanentemente en ese espacio lleno de magia.
Al penetrar al interior, por entre las murallas, apareció un círculo de lava enmarcado.




Al centro del espacio, a lo lejos, sobre paliacates un humeante sahumador y un caracol. En medio de aquella visión, una mujer que, acompañada del silencio, danzaba en círculos alrededor de si misma.


- Un ritual, puente a otra realidad:
Ya para ese momento, me encontraba, sin darme cuenta del todo, en un estado alterado de consciencia, y así permanecí un tiempo indefinido hasta que de pronto, me sacó de aquel estado intemporal un llamado para que nos acercáramos a un árbol de pirul que se encontraba en el perímetro exterior del lugar, para ser sahumados y limpiados antes de ingresar ritualmente al espacio sagrado nuevamente.
Terminado el proceso, con indicaciones silenciosas que continuarían a lo largo de la experiencia se nos guió para penetrar en grupo por entre el accidentado terreno formado por lava, hasta ubicarnos en algunas pequeñas mesetas planas del volcánico entorno. Se formaron algunos grupos dirigidos por otros personajes que inicialmente se encontraban también al centro, y que estaban a cargo de guiar aquella experiencia, al menos inicialmente.
En medio de un profundo silencio colectivo, envueltos por aquel enigmático paisaje donde se podía sentir como los elementos se convocaban, nos tomamos de las manos y unidos, empezamos a girar lentamente.
No supe en que momento mi ojos se cerraron y entre a una dimensión desconocida, donde podía ver claramente otra realidad.


Allí todo era igual, el mismo sitio, las mismas rocas, pero ahora las pequeñas grietas de algunos metros se transformaban en montañas, estaba en medio de la madre tierra en una etapa primaria de su creación, recién solidificada.
Poco a poco los elementos se hicieron mas presentes. El suave viento se tornó en una helada presencia, la dureza de la lava amenazaba a cada paso mi frágil cuerpo, la noche caía cubriéndonos con su manto haciendo inmenso el lugar, del que ya no era posible ver fin, la experiencia para mi era maravillosa y difícil a la vez, por un lado experimentaba el llegar por vez primera a un planeta, por otro este era inhóspito, y el cuerpo era constantemente expuesto a las inclemencias de los elementos.

El peregrinar transcurrió y con ello las vivencias se acrecentaron. La espectacular cúpula celeste que nos cubría se reveló en todo su esplendor hasta que de pronto, a lo lejos, muy lejos, una fogata, el fuego, un poco de calor, un hogar nos llamaba a cobijarnos y nos reunimos en su derredor.
Lo último que recuerdo es que reunidos todos en la meseta central desde donde antes como expectadores observábamos a la mujer danzar. Ahora compartíamos un guaje con alguna bebida que pasaba a cada uno en comunión. De pronto algo nos hizo mirar al cielo a todos y en lo alto, en el zenit una fugaz estrella pasaba dejando una luminosa estela tras de si.
Salimos no se como de aquel lugar, tampoco recuerdo como llegué a mi casa, ni nada mas. Durante años me pregunté ¿Que había sido aquello?, Como había ocurrido esa experiencia?, ¿Por que me había sido dado ese encuentro?.
El evento antes referido era una cita que décadas mas tarde revelaría su profunda intención. En su momento el universo me entregaría las respuestas y me pondría en contacto cercano con los convocantes a aquella experiencia sagrada, primera entre muchas otras vinculada con la milagrosa presencia de Cuauhtemoc y el despertar de México y del planeta.





Años después supe de cercanos amigos y conocidos de mucho tiempo atrás, que vivieron idénticas experiencias, incluida la aparición de la estrella fugaz, aun cuando ellos acudieron en otras fechas. Cuando se comentó la similitud de eventos, algunos de los que los atestiguaron se dieron cuenta de que no fueron debidas a los efectos de las plantas de poder que habían ingerido previamente, sino que había sido el espíritu manifestándose.