- La ruta que trasciende la dualidad
Fue necesario alrededor de un año de preparación y la guía de diversas maestras y maestros de este y otros planos, guardianes de México y sus secretos, para intentar empezar a recorrer en silencio externo, aunque más importante el interno, las rutas masculina, que va del Bosque sagrado de Chapultepec al Zócalo y femenina, que va de la villa de Guadalupe a Tlatelolco, en la Ciudad de México.
Ese intenso entrenamiento traería como recompensa, la oportunidad de recorrer la ruta que trasciende la dualidad que corre de Tlatelolco al Zócalo. Caminata ritual que solo se lleva a cabo cuando el 2 de Octubre, aniversario luctuoso de Regina, cae en día Domingo como ocurría ese 2005.
Ese intenso entrenamiento traería como recompensa, la oportunidad de recorrer la ruta que trasciende la dualidad que corre de Tlatelolco al Zócalo. Caminata ritual que solo se lleva a cabo cuando el 2 de Octubre, aniversario luctuoso de Regina, cae en día Domingo como ocurría ese 2005.
Durante aquella mística vivencia tuve el privilegio de ser testigo del caminar de miles de almas encarnadas, acompañadas de incontables más sin cuerpo que con su intento silencioso sostienen desde ME XHIC CO el inicio de una etapa sagrada ahora de alcances planetarios.
Durante una de aquellas experiencias, consistentes en caminatas por ancestrales rutas así como ascensiones por máquinas igualmente sagradas, de pronto se acercó a mi un secreto guardián olmeca, profundamente vinculado tanto con Regina como con el bosque de Chapultepec y quien me retransmitió un mensaje recibido desde “el más allá” y que decía que tan pronto como tuviera oportunidad, partiera a conocer Egipto.
- Un reencuentro propiciado por Regina
No tenía la menor idea de como podría volverse realidad aquella sugerencia. Conscientemente nunca, en toda mi actual vida, me había planteado el conocer aquellas lejanas y enigmáticas tierras de pirámides y faraones, aun cuando desde mi infancia estaba presente en mi realidad un texto titulado “El misterio del Valle de Gizeh” escrito por Luis. F. Sotelo Regil, familiar muy cercano de mi linaje paterno quien al igual que mi progenitor estaba vinculado con la masonería.
Tan solo unos pocos días más adelante el orden superior designó para que por intermediación de un medium vinculado con el espíritu de Dante Alighieri fuera invitado a estar presente en la comida donde se daría el encuentro entre el Lic. Antonio Velasco Piña, “el testigo” de Regina y una pareja de realizadores colombianos quienes de visita en nuestro país, habían sentido el llamado de la dakini y, como tantas otras personas, tenían interés de conocer detalles de su historia de primera mano.
Si bien era un privilegio estar presente en aquel encuentro, por mi parte nunca pensé que llegaría a conocerlos, ni mucho menos que con el paso del tiempo llegaría a mantener una amistad aunque de ellos tenía muchos antecedentes desde varios años atrás por su magnifico trabajo consistente en tres series: “La conexión Atlante” sobre las tecnologías de la legendaria Atlántida, “Las siete profecías mayas” relativas a los mayas y sus profecías para el cercano 2012 y una tercera titulada “El ojo de Horus” sobre Egipto y sus templos. Documentales que fueran transmitidos durante varios años en la década de los 90's por el canal Infinito de Argentina a diversos países hispanoparlantes de América incluido México. Un canal que en tiempos donde no existía aún la posibilidad de ver vídeos de diversos países por Internet había cumplido una misión fundamental en la difusión global de conocimientos asociados a la Nueva Era y la espiritualidad. Más adelante otros intereses transformarían radicalmente su programación, como había sucedido en México años antes con el programa pionero “Vibraciones Cósmicas”.
En una ocasión el propio Fernando, dando respuesta a un pregunta concreta por parte mía sobre si existían estadísticas del número de personas que habían visto sus documentales en América, me respondió diciendo que alrededor de trescientos millones.
Sincronicamente al final de esa misma comida recibiría de manos de aquella pareja un programa para un recorrido de cuatro semanas por Egipto que sería guiado por ellos mismos y que se llevaría a cabos en meses próximos.
- Una extraña cita en el tiempo
No tenía duda alguna de que aquella era un gran oportunidad para viajar a conocer aquellas tierras y convencido de ello me había mantenido en contacto con mis nuevos amigos vía correo electrónico principalmente para, manifestándoles mi interés por hacer ese recorrido con ellos como guías, aclarar algunos detalles.
Uno de los principales obstáculos era el hecho de que derivado de los eventos y circunstancias que me rodeaban en la universidad donde laborara, era seguro que de ninguna manera me autorizarían una ausencia por cuatro semanas. A diferencia de la usanza común en el mundo académico en general de “inventar” justificaciones para hacer turismo, para esa circunstancia y destino no tenía pretexto para mi viaje. Sin embargo ese no sería el principal obstáculo, pues de hecho en mi interior, por las circunstancias de la realidad espiritual que en ese momento me rodeaba, dejar la universidad era una realidad que ocurriría de una manera u otra y de manera inminente, así que mi ausencia injustificada por aquel viaje a Egipto en todo caso sería un pretexto perfecto para ser despedido.
El evento que si sería definitivo para que decidiera posponer dicho viaje fue el hecho de que el recorrido terminaría en fecha posterior al 2 de Octubre de ese año, en que se llevaría a cabo en la Ciudad de México el recorrido por la ruta Olmeca que trasciende la dualidad. Me había preparado alrededor de una año de manera consciente caminando numerosas veces las rutas femenina y masculina y ese recorrido era fundamental y de alguna el cierre. Con la certeza interna de que primero debía cumplir con mi compromiso en y con México, decidí comunicarle a Fernando mi decisión tan pronto lo tuve claro a fin de liberar el espacio para otros posibles viajeros y me limité a sugerirle a Fernando que intentáramos mantener un puente mental para ese día y el previo en que se realizaría una ascensión sagrada a la pirámide del Sol en Teotihuacan y sincronicamente ellos estarían en el Valle de Gizah visitando la gran pirámide.
No sería sino hasta varios años después que me enteraría por medio de Cecilia Navarro, una amiga chilena que llegara a mi vida enviada por Regina, de lo siguiente. Tan pronto Fernando recibió mi confirmación de que yo no asistiría intentó comunicarse con la Dra. Esther del Río, quien había desarrollado un agua denominada Cristal con propiedades milagrosas. La noticia llegaba a ella por medio de una llamada antes de una cena en su hacienda “La María Forestieri”.
Esa noche Cecilia se encontraba de visita en México y había sido invitada por la anfitriona a dicha hacienda tal como le fuera indicado días antes por un Ser que se le apareciera una noche antes de salir de Chile.
Una profunda reflexión amerita el hecho de que faltaba aún medía década para que Cecilia y yo nos conociéramos o supiéramos conscientemente algo uno del otro y sin embargo ella recordaba aquella llamada de Fernando a la Dra. y el que se dijera mi nombre.
Pocos meses después de aquel dos de Octubre, un vez finalizada aquella cita con México, habiendo confiado y soltado la expectativa me llegaba una correo electrónico de Fernando avisándome de un nuevo recorrido para principios del nuevo año. El momento había llegado finalmente y, junto con mi entonces compañera, partí rumbo a esa nueva cita por lejanas latitudes. Incluso algunos meses después, ya de regreso de Egipto, nuevamente por intermediación de Josefina y Fernando se dio finalmente el encuentro con la Dra. Esther del Río durante una cena en México.
- El templo de Abu Simbel, la revelación de las energías- Un reencuentro propiciado por Regina
No tenía la menor idea de como podría volverse realidad aquella sugerencia. Conscientemente nunca, en toda mi actual vida, me había planteado el conocer aquellas lejanas y enigmáticas tierras de pirámides y faraones, aun cuando desde mi infancia estaba presente en mi realidad un texto titulado “El misterio del Valle de Gizeh” escrito por Luis. F. Sotelo Regil, familiar muy cercano de mi linaje paterno quien al igual que mi progenitor estaba vinculado con la masonería.
Tan solo unos pocos días más adelante el orden superior designó para que por intermediación de un medium vinculado con el espíritu de Dante Alighieri fuera invitado a estar presente en la comida donde se daría el encuentro entre el Lic. Antonio Velasco Piña, “el testigo” de Regina y una pareja de realizadores colombianos quienes de visita en nuestro país, habían sentido el llamado de la dakini y, como tantas otras personas, tenían interés de conocer detalles de su historia de primera mano.
Si bien era un privilegio estar presente en aquel encuentro, por mi parte nunca pensé que llegaría a conocerlos, ni mucho menos que con el paso del tiempo llegaría a mantener una amistad aunque de ellos tenía muchos antecedentes desde varios años atrás por su magnifico trabajo consistente en tres series: “La conexión Atlante” sobre las tecnologías de la legendaria Atlántida, “Las siete profecías mayas” relativas a los mayas y sus profecías para el cercano 2012 y una tercera titulada “El ojo de Horus” sobre Egipto y sus templos. Documentales que fueran transmitidos durante varios años en la década de los 90's por el canal Infinito de Argentina a diversos países hispanoparlantes de América incluido México. Un canal que en tiempos donde no existía aún la posibilidad de ver vídeos de diversos países por Internet había cumplido una misión fundamental en la difusión global de conocimientos asociados a la Nueva Era y la espiritualidad. Más adelante otros intereses transformarían radicalmente su programación, como había sucedido en México años antes con el programa pionero “Vibraciones Cósmicas”.
En una ocasión el propio Fernando, dando respuesta a un pregunta concreta por parte mía sobre si existían estadísticas del número de personas que habían visto sus documentales en América, me respondió diciendo que alrededor de trescientos millones.
Sincronicamente al final de esa misma comida recibiría de manos de aquella pareja un programa para un recorrido de cuatro semanas por Egipto que sería guiado por ellos mismos y que se llevaría a cabos en meses próximos.
- Una extraña cita en el tiempo
No tenía duda alguna de que aquella era un gran oportunidad para viajar a conocer aquellas tierras y convencido de ello me había mantenido en contacto con mis nuevos amigos vía correo electrónico principalmente para, manifestándoles mi interés por hacer ese recorrido con ellos como guías, aclarar algunos detalles.
Uno de los principales obstáculos era el hecho de que derivado de los eventos y circunstancias que me rodeaban en la universidad donde laborara, era seguro que de ninguna manera me autorizarían una ausencia por cuatro semanas. A diferencia de la usanza común en el mundo académico en general de “inventar” justificaciones para hacer turismo, para esa circunstancia y destino no tenía pretexto para mi viaje. Sin embargo ese no sería el principal obstáculo, pues de hecho en mi interior, por las circunstancias de la realidad espiritual que en ese momento me rodeaba, dejar la universidad era una realidad que ocurriría de una manera u otra y de manera inminente, así que mi ausencia injustificada por aquel viaje a Egipto en todo caso sería un pretexto perfecto para ser despedido.
El evento que si sería definitivo para que decidiera posponer dicho viaje fue el hecho de que el recorrido terminaría en fecha posterior al 2 de Octubre de ese año, en que se llevaría a cabo en la Ciudad de México el recorrido por la ruta Olmeca que trasciende la dualidad. Me había preparado alrededor de una año de manera consciente caminando numerosas veces las rutas femenina y masculina y ese recorrido era fundamental y de alguna el cierre. Con la certeza interna de que primero debía cumplir con mi compromiso en y con México, decidí comunicarle a Fernando mi decisión tan pronto lo tuve claro a fin de liberar el espacio para otros posibles viajeros y me limité a sugerirle a Fernando que intentáramos mantener un puente mental para ese día y el previo en que se realizaría una ascensión sagrada a la pirámide del Sol en Teotihuacan y sincronicamente ellos estarían en el Valle de Gizah visitando la gran pirámide.
No sería sino hasta varios años después que me enteraría por medio de Cecilia Navarro, una amiga chilena que llegara a mi vida enviada por Regina, de lo siguiente. Tan pronto Fernando recibió mi confirmación de que yo no asistiría intentó comunicarse con la Dra. Esther del Río, quien había desarrollado un agua denominada Cristal con propiedades milagrosas. La noticia llegaba a ella por medio de una llamada antes de una cena en su hacienda “La María Forestieri”.
Esa noche Cecilia se encontraba de visita en México y había sido invitada por la anfitriona a dicha hacienda tal como le fuera indicado días antes por un Ser que se le apareciera una noche antes de salir de Chile.
Una profunda reflexión amerita el hecho de que faltaba aún medía década para que Cecilia y yo nos conociéramos o supiéramos conscientemente algo uno del otro y sin embargo ella recordaba aquella llamada de Fernando a la Dra. y el que se dijera mi nombre.
Pocos meses después de aquel dos de Octubre, un vez finalizada aquella cita con México, habiendo confiado y soltado la expectativa me llegaba una correo electrónico de Fernando avisándome de un nuevo recorrido para principios del nuevo año. El momento había llegado finalmente y, junto con mi entonces compañera, partí rumbo a esa nueva cita por lejanas latitudes. Incluso algunos meses después, ya de regreso de Egipto, nuevamente por intermediación de Josefina y Fernando se dio finalmente el encuentro con la Dra. Esther del Río durante una cena en México.
Después de un largo viaje con escala en Amsterdam, y una breve escala en El cairo, nos trasladamos hacia el Sur cerca de la presa de Aswan para visitar el primer recinto sagrado de esas legendarias tierras profundamente hermanadas con México.
Si bien la guía experta de Fernando era invaluable, derivado de mis incontables viajes por los centros energéticos de México guiado por mediums y secretos guardianes, tenía el llamado interno a encontrarme de otra manera con aquellos templos. Recorría solo y en silencio, las galerías de Abu Simbel, el primero que visitaba y con el cual iniciaba mi travesía por Egipto, al encuentro final con Gizah, desde otro estado de consciencia, siguiendo el cause del Nilo rumbo al Norte. Admiraba extasiado la belleza y perfección de los relieves plasmados en él, repletos de profunda sabiduría expresada de manera simbólica, cuando de pronto sentí el llamado a ingresar a una de las cámaras laterales.
Como uno más de los visitantes allí presentes, observaba los relieves de los muros, con tanto detalle como le es posible observar a un turista un templo repleto de grabados, como ocurre con cada uno de los incontables majestuosos templos de Egipto. Templos que en el pasado eran inaccesibles para los no iniciados, siendo el acceso a los mismos gradual según el nivel de avance en la consciencia del adepto y que incluso para tener acceso a sus más profundos secretos era necesaria toda una vida y a veces incluso más.
Cuando llegué al fondo de la cámara de pronto una sutil voz me indicó sentarme a meditar con los ojos abiertos y observar. Obedecí, y sentado en flor de loto me percaté que justo en ese momento salía por el acceso el último visitante que quedaba y me encontré "totalmente solo" en ese recinto.
De pronto algo sutil, casi imperceptible selló el acceso como impidiendo que alguien más ingresara y fui llevado más allá del espacio tiempo ordinario, a otra dimensión en un tiempo sin tiempo.
Después de un rato de observar con atención, intentando alcanzar el silencio interno, entré en un estado acrecentado de consciencia y un par de losas frente a mi emergieron súbitamente, de manera análoga a pizarras holográficas, resaltándose claramente sus relieves y sobre todo revelándose una clara comprensión de la sabiduría custodiada por ellas. Por intermediación de Horus, me estaba siendo mostrado un conocimiento relativo a la existencia y manejo de ciertas energías sutiles mismas que pueden ser controladas a voluntad para influir sobre la materia.
Transcurrido un tiempo imposible de determinar pero vivenciado subjetivamente como muy largo, regresé al estado ordinario de consciencia, el sello de la cámara fue removido y pude observar como los visitantes empezaron a ingresar nuevamente. Muy lentamente me levanté, me dirigí al acceso para abandonar la cámara y busqué al grupo para reintegrarme.
Aquel sutil encuentro sería apenas el inicio del despertar de una antigua memoria adormecida dentro de mí.
Tendrían que pasar varios años para que el mismo secreto guardián Olmeca que me enviara a Egipto, me pusiera en contacto con un medium cubano de nombre Jorge Berroa del Río quien un par de años despues de dejar su cuerpo de manera voluntaria y consiente, en espíritu, me llamaría a través de una médium para revelarme durante una sesión, que alrededor del año 500 a.C. yo había estado vinculado, junto con él, con el África y con aquellas energías, y que se me estaba ayudando a recordar para hacer un trabajo en el presente tendiente a canalizar nuevamente los senderos de la luz de las grandes pirámides.
Muy lentamente y con mucha ayuda de otros planos ese recuerdo empezaría a emerger en mi consciencia por medio de ciertos eventos que me llevarían al recuerdo de toda una tecnología energética de "el pasado", vinculada justamente con aquella experiencia de traslado dimensional en el espacio-tiempo.
Como uno más de los visitantes allí presentes, observaba los relieves de los muros, con tanto detalle como le es posible observar a un turista un templo repleto de grabados, como ocurre con cada uno de los incontables majestuosos templos de Egipto. Templos que en el pasado eran inaccesibles para los no iniciados, siendo el acceso a los mismos gradual según el nivel de avance en la consciencia del adepto y que incluso para tener acceso a sus más profundos secretos era necesaria toda una vida y a veces incluso más.
Cuando llegué al fondo de la cámara de pronto una sutil voz me indicó sentarme a meditar con los ojos abiertos y observar. Obedecí, y sentado en flor de loto me percaté que justo en ese momento salía por el acceso el último visitante que quedaba y me encontré "totalmente solo" en ese recinto.
De pronto algo sutil, casi imperceptible selló el acceso como impidiendo que alguien más ingresara y fui llevado más allá del espacio tiempo ordinario, a otra dimensión en un tiempo sin tiempo.
Después de un rato de observar con atención, intentando alcanzar el silencio interno, entré en un estado acrecentado de consciencia y un par de losas frente a mi emergieron súbitamente, de manera análoga a pizarras holográficas, resaltándose claramente sus relieves y sobre todo revelándose una clara comprensión de la sabiduría custodiada por ellas. Por intermediación de Horus, me estaba siendo mostrado un conocimiento relativo a la existencia y manejo de ciertas energías sutiles mismas que pueden ser controladas a voluntad para influir sobre la materia.
Aquel sutil encuentro sería apenas el inicio del despertar de una antigua memoria adormecida dentro de mí.
Tendrían que pasar varios años para que el mismo secreto guardián Olmeca que me enviara a Egipto, me pusiera en contacto con un medium cubano de nombre Jorge Berroa del Río quien un par de años despues de dejar su cuerpo de manera voluntaria y consiente, en espíritu, me llamaría a través de una médium para revelarme durante una sesión, que alrededor del año 500 a.C. yo había estado vinculado, junto con él, con el África y con aquellas energías, y que se me estaba ayudando a recordar para hacer un trabajo en el presente tendiente a canalizar nuevamente los senderos de la luz de las grandes pirámides.
Muy lentamente y con mucha ayuda de otros planos ese recuerdo empezaría a emerger en mi consciencia por medio de ciertos eventos que me llevarían al recuerdo de toda una tecnología energética de "el pasado", vinculada justamente con aquella experiencia de traslado dimensional en el espacio-tiempo.
A Mónica, mi entonces pareja, que me acompañara en el viaje por aquellas fantásticas tierras, un guardián del templo le entregaría la llave de la vida.
En el sancta sanctorum, el lugar más sagrado de ese espacio se había manifestado ya de manera velada “el maestro”, lo llamaré por ahora, cuyas claves serían fundamentales, años después, en el futuro. Sin embargo mi consciencia adormecida aún no sería capaz de hacerlo consciente. Se requerirían varias semanas de viaje y la travesía casi completa por Egipto, para que en el templo de Karnak uno de sus secretos guardianes me llevara a una de las cámaras y allí me entregara el nombre, pero al menos por ahora, desde que tocara aquellas tierras de África, en El Cairo me había sido revelado el seudónimo con el que debería empezar a publicar a mi regreso cuando recibiera la indicación de hacerlo.
Habíamos llegado a Aswan, nuestro destino inicial partiendo desde El Cairo por vía aérea, el viaje había durado tan solo unas horas. Ahora dejábamos nuestro primer templo para iniciar el largo recorrido de alrededor de 1200 kilómetros de regreso al Norte rumbo a Gizah, pero ahora nos trasladaríamos navegando por el legendario Nilo. Una travesía lenta y silenciosa que duraría cerca de un mes y que daba espacio para la reflexión y la introspección como el que requiere todo viaje iniciático. Un recorrido que emulando los centros energéticos del cuerpo humano permite con su recorrido la elevación de la consciencia desde los chakras más inferiores o materiales hasta los más elevados y espirituales.
Mi lugar favorito, la solitaria proa del barco en la terraza superior, donde por las mañanas podía disfrutar la magnifica vista de un horizonte teñido del color arena de las dunas. Un paisaje salpicado de palmeras y ocasionalmente algunos oasis. Poblados dispersos y algunas ruinas lejanas que daban testimonio del glorioso pasado de Egipto, unas más visitadas que otras y de distintas edades.
El viento suave envuelto de la humedad del rió que nos llevaba refrescaba y nutría el clima seco y caluroso del desierto. Por la noche aquel espacio era un magnífico observatorio donde bañarse con la luz de las estrellas y meditar sobre el pasado, la vida, la muerte y la trascendencia.
Todo viaje, incluido el viaje de la vida misma, cualquier viaje es realmente un viaje interior, hacía la consciencia del observador y su expansión. Una expansión que de alguna forma arrebata al inconsciente algunos de sus recuerdos adormecidos y los muestra a la luz volviéndolos conscientes. En fin, una aventura hacia lo desconocido. Aquellos lugares donde se resguarda lo Superior, lo más elevado o sagrado en particular permiten grandes transformaciones. Incontables memorias milenarias se conservan en el planeta, en las zonas arqueológicas, en los caminos sagrados como el de Santiago de Compostela, el cósmico campo de estrellas, en las rutas Olmecas y Toltecas de México, o en las grandes catedrales de Europa, etc., etc.. Todo es uno y lo mismo.
Egipto por supuesto no es la excepción y la belleza y grandiosidad de sus templos, aun cuando algunos de ellos están aun sumamente deteriorados, deja entrever un elevado conocimiento, una refinada concepción del arte guardada en la simetría y la belleza de las construcciones. Eco de un pasado glorioso de la humanidad. Templos que se están reconstruyendo para ser olvidados una vez más en el futuro, una vez más en paciente espera de un siguiente renacer o despertar de la consciencia. Un infinito ciclo de creación y destrucción, recuerdo y olvido, vida y muerte.
- La revelación en el Templo Horus
Si algo he aprendido con el paso del tiempo es que la sincronicidad y el fluir dentro del momento presente son la puerta a la revelación. El universo es un espejo vivo de nuestra consciencia en todo momento y circunstancia y los eventos ocurridos en este templo lo demostrarían de manera contundente, una vez más.
Nuestro barco había navegado prácticamente en solitario la primera parte de nuestra travesía. Cruceros turísticos similares al nuestro nos acompañaban, pero muy a la distancia, cada uno tomando su espacio y dando el mismo a los otros. Sin embargo al final del Lago Nasser, antes de nuestra llegada a Edfu donde visitaríamos el templo de Horus, debíamos cruzar una exclusa que regulaba un importante desnivel de altura de las aguas producto de la realización de las obras de la presa llevados a cabo apenas algunas décadas atrás.
Por cuestiones financieras, a fin de reducir los costos en la prolongada maniobra de bombeo de agua y manejo de compuertas, es necesario que simultáneamente entren a la esclusa tres embarcaciones por vez. Por ese motivo numerosos barcos se concentran antes de dicho punto a fin de tomar turno para cruzar al otro lado y continuar la travesía.
La maniobra anterior produjo un efecto que no se volvería a repetir en ningún otro templo a lo largo de nuestro recorrido. Al llegar a nuestro destino nos encontramos con un templo abarrotado de turistas.
Después de hacer un petición mental de permiso para entrar al templo y que más adelante repetiría igualmente en cada uno de ellos, penetré al espacio y un poco más adelante me encontré nuevamente frente a Horus.
Intentando hacer una caminata ritual hacia el sancta sanctorum, el lugar más interno, profundo y sagrado del templo, me encontré que por las pequeñas dimensiones de aquel recinto y la cantidad de visitantes era prácticamente imposible moverse, mucho menos en una linea recta.
En ese momento una oleada de energía de paz y claridad mental me rodeo y a mi mente llegó la imagen de una forma ritual de caminar. Recuerdo del pasado que me sería confirmado algunos días más adelante.
Haciendo caso a mi guía interior empecé a dirigirme a mi objetivo de una manera tan suave y pausada que aquel recorrido de algunas pocas decenas de metros me tomó una eternidad. Simplemente la prisa desapareció de mi consciencia, había entrado al tiempo sin tiempo. Como en medio de una danza compleja, daba un paso corto a la vez y tan pronto aparecía uno de los visitantes o un grupo de ellos frente a mi, entre ellos incontables orientales con sus cámaras digitales disparando a cuanto rincón existía en aquel recinto, me detenía, con suma paciencia, infinita y respiraba honda y profundamente. Sin esperar nada, sin desear que se movieran, o que me vieran y se hicieran a un lado. Ellos aparecían para marcar un ritmo y desaparecían igualmente abriéndome paso. Mucho muy lentamente fui avanzando hacia mi destino y a cada paso que daba o cada vez que era detenido entraba más y más profundamente en un delicioso estado de meditación y consciencia acrecentada y trascendente. Así avanzando en el flujo del no tiempo, eventualmente llegué a mi objetivo, el sagrado lugar donde incluso puede refugiarme de la multitud en la parte posterior, entre este y el muro.
Allí en profundo contacto conmigo, mismo tuve la que sería la primera conexión consciente con lo Superior, que empezaría a abrir mis memorias.
De alguna manera aquel espacio donde solo cabía una persona y que no tenía interés alguno para nadie representaba ese estado donde me sentía en total conexión con el templo, con la consciencia que allí se resguardaba y conmigo mismo en un total recogimiento en solitario que paradojicamente me conectaba con el todo.
Mis repetidos intentos previos de caminata por las rutas toltecas y olmecas de México, me permitían ahora encontrar mi paso y mi ritmo en estas igualmente legendarias tierras. Mi memoria empezaba a reactivarse poco a poco.
- La confirmación de una vieja memoria
Continuamos nuestra travesía, y aunque en muchas ocasiones convivía con mis compañeros de viaje incluida Mónica mi pareja, no perdía la oportunidad de refugiarme en solitario en aquel espacio en la punta del barco para admirar el paisaje, respirar los aromas que traían los vientos y en general tratar de percibir las incontables energías de aquella enigmática tierra de templos y faraones cargada de memorias y misterios. Intentaba sin pretender nada, solo intentando estar, recapitular los eventos del día a día.
En medio de todo ello un poco más adelante incluso recibiría una confirmación por medio de una vívida y multicolor imagen de una pareja ataviada a la usanza de la antigüedad que en medio de aquellos templos y el paisaje de esas tierras encabezaba una caminata con una multitud tras de si. El personaje masculino, un sacerdote o quizá un faraón, en su caminar marcaba claramente aquel lento paso que apenas me fuera revelado.
- El encuentro con las rutas que trascienden la dualidad, una vez más.
Después de haber experimentado los efectos de aquella primera experiencia y la confirmación recibida, no tenía duda alguna en mi interior que de ahora en adelante el paso que utilizaría en el recorrido de todos los templos sería el recientemente revelado aun cuando en estos la ruta principal estuviera totalmente despejada. Pero como alejarme del grupo con el que iba y hacer mi recorrido fuera del tiempo. ¿Y si retrasaba al grupo? ¿Y si dejaba de ver algo interesante en el templo por solo concentrarme en la ruta central?. Escuchaba a mi mente y sus miedos hablar mientras que débilmente escuchaba una voz suave y pacífica en mi interior que me decía. Has lo que dicta tu corazón y confía.
A la llegada a cada uno de los siguientes templos, fuera del recinto descalzaba mis pies para sentir profundamente el contacto con los pisos, las arenas y el milenario polvo que los cubrían. Haciendo caso a aquella vieja memoria que en mi despertaba pedía mentalmente permiso para entrar al templo y tomando la ruta central caminaba con aquella suave y atemporal forma.
Empecé a darme cuenta sin ser del todo consciente de la permanente presencia en la parte superior, analogía arquitectónica de lo más elevado, en todos y cada uno de los templos, de un símbolo consistente en un círculo alado con serpientes que custodiaba el cruce del primer umbral y los sucesivos. Ese mismo que representa la serpiente alada en las mitologías de todos los pueblos. El caduceo griego, el dragón en oriente, Quetzalcoatl y su moderna representación como águila y serpiente del símbolo de México, etc., etc.. Símbolo de la transmutación del plano más inferior o material, elevándose hacia los niveles espirituales del Ser Superior.
Empecé caminando por aquellos templos, primero de manera silenciosa y solitaria y muy pronto Mónica, mi entonces compañera, sintonizada con su intuitiva sensibilidad apareció a mi lado izquierdo, sintiendo su propio llamado como había ocurrido antes en las rutas de México. Incluso me parece que en quizá más de una ocasión algunos de nuestros compañeros de viaje empezaron a caminar detrás de nosotros de manera espontanea sin haber comentado nada con ellos.
Por mi parte empecé a percatarme que al llegar al sancta sanctorum en aquel estado de consciencia acrecentada producto de la ritual caminata, en cada uno de los templos aparecía un secreto guardián quien entregaba alguna información, o nos indicaba que lo acompañáramos a hacer algún ritual en alguna alejada y oculta cámara. Una guía por medio de señas para luego mostrarme alguno de los incontables bajo relieves en piedra de aquellos magníficos templos cargados de sabiduría y conocimiento. Todo en silencio con una importante excepción, pues ni ellos hablan español o ingles, ni yo habló árabe.
Ha sido tan profunda la simbología de la información entregada en los diferentes templos que aún no estoy listo para decodificarla del todo, por tanto me limitaré a narrar más adelante algunos de los más importantes eventos.
Sin embargo la parte más significativa de esta etapa y mis recapitulaciones tanto en el momento de la caminata como en mis reflexiones en la proa del barco admirando el paisaje, era el hecho de darme cuenta una vez más de que, al igual de como ocurre en las grandes catedrales herederas del conocimiento iniciático de estos templos, solo como uno de otros muchos ejemplos, existen tres rutas: La femenina y la masculina conectadas con el mundo, con la dualidad y sus ilusiones y aquella tercera atemporal ruta central, misma que trasciende la dualidad. El camino medio. Metáfora de aquel estado de consciencia trascendente que habla del recorrido por el camino de la vida desapegado de las ilusiones, ese transitar por el mundo sin ser del mundo.
Sin embargo aun cuando un parte de mi podía intuir todo aquello, otra estaba apenas preparándose para avanzar por ese nuevo nivel de consciencia pero incapaz de sostenerlo en la cotidianidad. Si ese hubiera sido el caso ni siquiera hubiera sido necesario que me trasladara físicamente a aquellas lejanas tierras.
Mi realidad en ese momento era apenas el hecho de que un profundo llamado interno me llevaba a abandonar una sólida posición académica de casi de dos décadas en una prestigiada universidad y me encontraba enfrascado en una intensa relación de pareja donde el intento de amar no faltaba y las experiencias de unidad y complementariedad eran muy profundas pero eso mismo causaba enormes diferencias de forma de pensar y los correspondientes conflictos de pareja.
Que profundas aquellas palabras de Rodney Collín de la introducción de su gran texto titulado “El desarrollo de la luz” cuando habla de la unificación y los modelos del universo que se derivan de dicho estado, y dice ...
“¿Qué unidad, por ejemplo, podría percibir aún el más brillante de los físicos, filósofos, teólogos, que mientras cabalga distraído sobre un banquillo, se enoja de quedar chasqueado, no se da cuenta cuando irrita a su mujer y, en general, está sometido a la trivial ceguera cotidiana de la mente ordinaria y cuyo trabajo hace con habitual falta de atención?. Cualquier unidad que alcance en tal estado puede existir sólo en su imaginación.”
- Trascendiendo la dualidad
Poco a poco fui comprendiendo el por qué de aquel llamado interno a recorrer los templos de manera silenciosa y solitaria. Como antes mencioné el conocimiento de Fernando era vasto y profundo. Conocimiento del que tuviera la oportunidad de nutrirme años atrás primero por medio de sus documentales y ahora durante el viaje, por medio de los mismos aunados a conferencias personalizadas organizadas para nuestro grupo y que ocurrían por la noche en los salones de los hoteles de las ciudad donde se encontraba el templo correspondiente previa a su visita al día siguiente.
Cada uno de aquellos majestuosos templos, pletórico de símbolos, bien pudiera requerir toda un vida y en algunos casos más, para que sus misterios empezaran apenas a ser desvelados, como de hecho ocurría antiguamente.
Cada columna, cada relieve y su posición hablan de un conocimiento y un nivel de consciencia sumamente elevados que ahora, en un etapa de profunda decadencia materialista aparecen ante nuestros ojos en ruina, sirviendo de pétreo espejo que muestra reflejado nuestro propio estado de consciencia individual y colectivo, indiferente y en el olvido de un glorioso pasado, mismo que representa nuestro estado potencial a recuperar.
Templos iniciáticos de todo el mundo que a modo de bibliotecas gráficas custodiaban un elevado conocimiento sobre incontables temas y misterios y el adepto debía ganarse por medio de un profundo trabajo interior el derecho a poder acceder a niveles más elevados y por tanto a acceder a otras zonas más profundas del templo. Ahora, como si se tratara del consumo de un objeto, podemos engullir imágenes de templos y templos sin fin capturando a lo sumo un poco de su luz en una fotografía.
Sin embargo considerando que como se dice todo lo que ocurre es perfecto, ¿acaso podemos considerar que quizá aquellos que ahora acceden a estos templos en la actualidad sintiendo el llamado de aquellas tierras y otras quizá solo están despertando en ese breve tiempo gran cantidad de conocimiento guardado en sus almas productos de sus vidas pasadas?.
El decidir iniciar el recorrido por aquellos templos siguiendo la ruta central como indicaba mi llamado interno requirió de un confiar que muy pronto fue confirmado. Viajaba en un grupo de cuarenta personas llevado por el tiempo de Fernando y Jose nuestros guías y lo menos que yo deseaba era afectar en modo alguno el programa creando algún retraso.
Poco a poco me fui dando cuenta de que a pesar del tiempo requerido para mi lenta caminata, al que había que sumar el requerido para realizar una profunda meditación al final de la misma en el sancta santorum, aunado al requerido para acompañar a algún secreto guardián que aparecía y a señas me daba alguna indicación como por ejemplo de acompañarlo a alguna cámara y realizar juntos algún ritual para después recibir algún mensaje, siempre me sobraba tiempo para en algún punto encontrarme en el templo con el grupo y nuestro guía quien dedicaba un largo tiempo para hablar de manera erudita sobre algunos de los incontables relieves y su significado. Al ver que no afectaba el flujo de la visita para el grupo, rápidamente fui ganando confianza y soltando mi personalidad con un ascendente Virgo y una gran acumulación de energía acuariana pero en la sexta casa, que me hace parecer un tanto obsesivo en lo que respecta al orden y las formas.
Aquellas caminatas y meditaciones, los mensajes entregados por los secretos guardianes y la visita a los propios templos eran cada día objeto de mi recapitulación en mi lugar de recogimiento en la proa algunos minutos al menos por la noche teniendo como paisaje aquel luminoso oceano cósmico que admiraba extasiado.
Cada una de aquellas caminatas rituales me había llevado a la entrega de al menas una profunda revelación. Después de mi recorrido individual y ya reunido con el grupo, nos encontrábamos escuchando las explicaciones de nuestro guía frente a uno de los símbolos localizados en la parte superior de uno de los muros ubicados en una pequeña plazoleta cuando de pronto aparecieron varios grupos de diversas nacionalidades con sus respectivos guías. Observaba maravillado un tropel de voces de cada uno de esos guías que a modo de sinfonía se encimaban o arrebataban por turnos y por unos segundos la palabra para explicar a sus respectivos grupos que significaba aquel símbolo. Y aun cuando no me era posible comprender la totalidad de las explicaciones era evidente que cada uno de ellos, incluido nuestro guía contaba una versión personal y por tanto diferente, muy diferente. El símbolo se decodifica según el nivel de consciencia del observador, por ello la revelación es una forma de comunicación íntima y muy personal.
Todas aquellas experiencias me empezaban a revelar algo muy profundo y que poco a poco empezaba a comprender me hablaba de la ilusión de la dualidad. La parte izquierda de cada uno de esos templos, al igual que ocurre en sus herederas más modernas como son la grandes catedrales hablaba de lo femenino y la derecha de lo masculino. Mismo que puede tomar infinidad de formas y que puede ser decodificado de infinitas maneras pues el símbolo tiene la cualidad de que habla a cada quien de aquello que cada uno alcanza a decodificar según el nivel de consciencia del propio observador, lo que da origen a miles de historias y mensajes para cada uno de aquellos símbolos en cada uno de aquellos templos y por tanto infinidad versiones de la historia, con h minúscula. Metáfora de la vida misma y su transcurrir que a modo de danza inmersa en la dualidad de lo masculino y lo femenino va creando las ilusorias formas y que se desarrollan en el igualmente ilusorio tiempo y que cada uno consideramos la verdad, sin detenernos a reflexionar que apenas es la nuestra, la surgida de nuestra limitada perspectiva. En tanto que aquellas rutas centrales marcadas con un elevado símbolo que habla de lo Superior y de la Unidad, trascendían esa dualidad y el propio tiempo, entregando mensajes eternos que conllevaban una profunda paz.
- Un compromiso pendiente
Aun falta plasmar muchas vivencias y muy profundas revelaciones entregadas por diversos guardianes en los diferentes templos durante la travesía que finalmente me llevaría al encuentro con la Gran Pirámide y la Esfinge, en Gizah. Y más allá, hasta Alejandría y su milenaria biblioteca y catacumbas.
Revelaciones como las de los portales de la montaña sagrada de Al-Qurn, custodiada en su base por el templo de Hatshepsut. Cumbre piramidal que mantiene un vivificante puente energético cósmico-telúrico, que alimenta los túneles intraterrenos y pasadizos del Valle de los Reyes, donde reposan los receptáculos inertes de los antiguos gobernantes iniciados.
El Chalchi y Al-Qurn
Guardianes de los secretos de los Valles Sagrados de Tepoztlán, México y Los Reyes, Egipto.Un compromiso que enlaza con las montañas sagradas y las pirámides de México.
Pero hasta que reciba indicaciones deberé continuar guardando silencio. En espera de las personas indicadas.