domingo

Lo Sagrado Cósmico FEMENINO


- La observación de símbolos sagrados y la conexión con la Mente Divina

Entre algunas otras, dos de las imágenes sagradas a las que mayor tiempo en mi vida, hasta ahora, he dedicado a observar con la técnica que “el coronel”  le entregara a Ayocúan, misma que se encuentra transcrita en su texto titulado “La mujer dormida debe dar a luz” y cuyos párrafos transcribiré al final de este relato son: Los círculos más internos de la Piedra del Sol y el icono Mariano de Tonantzin Guadalupe.





Muy profundas revelaciones, en particular sobre el tiempo y el espacio se han desprendido de la observación de las mismas.
Pareciera que al concentrar la mente en la información contenida en una imagen en general, pero en particular en elevados símbolos denominados sagrados, llenos de capas de conocimiento fundidas por la Mente Universal u Holística, esta poco a poco empieza a “sintonizarse y entregar” información resonante con nuestro nivel de consciencia e incluso poco a poco a ayudar a su  expansión.

El hemisferio cerebral derecho, decodificador de lo holistico - atemporal que llamamos intuición o mente femenina, se va acoplando o entrando en coherencia con el hemisferio cerebral  izquierdo, decodificador de lo secuencial - temporal, con el que se accede al entendimiento racional y a la palabra, atributos de la mente masculina. Entonces un  “yo” mayor, de mayor consciencia, capaz de mayores comprensiones va surgiendo y por supuesto este nuevo nivel de consciencia afina el aparato perceptor lo que tiene repercusiones en la vida del observador quien empieza a captar todo de una nueva manera, más profunda. E incluso empieza a ser capaz de acceder a realidades superiores.

Muy cercana pudiera ser la analogía con imágenes obtenidas por una cámara fotográfica bien enfocada y de calidad óptica superior comparada como las obtenidas por una desenfocada y/o de baja calidad óptica. 
Mayor coherencia o equilibro entre hemisferios, mayor acceso a la realidad o al detalle en lo observado. Mayor equilibrio razón-intuición, mayor equilibrio razón-emoción. Mayor integración masculino-femenino.
Más fino el observador, mayor auto-conocimiento.
Mayor silencio internomayor trascendencia de la dualidad.

La observación de símbolos sagrados no es por supuesto el único medio de lograr lo anterior, existen métodos como la oración y la meditación, los  “trabajos energéticos como son las caminatas por rutas sagradas, las danzas sagradas, etc. etc.. 
Sin embargo la técnica antes mencionada permite “dirigir” la mente en una dirección muy concreta a fin de encontrar respuestas sobre temas muy específicos. Por ejemplo, las revelaciones obtenidas por medio de una carta astral (mandala astrológico).


- La expansión del presente

Uno de los efectos de la conciencia acrecentada es lo que podríamos denominar La expansión del presente”. Es decir, la capacidad de percibir eventos más allá de un limitado aquí y ahora.
Como el tiempo es ilusorio, igualmente lo son los conceptos de “pasado y “futuro, los cuales una vez abiertas las puertas de la percepción, empiezan a manifestarse con más amplitud, retrocognición o anticipación y se amplía lo que denominamos “el presente” o “el ahora”, solo limitado por la percepción espacio-temporal que depende de los límites personales del decodificador. El estado de consciencia de la mente de cada observador.
La Consciencia Superior, el “Yo Soy más allá del pequeño “yo”, no tiene límites y puede acceder a la Mente Universal o Divina, y allí conversar con la eternidad.

Lo anterior en particular podría ocurrir con mándalas sobre el espacio-tiempo como el denominado  Zodiaco del Templo de Dendera en Egipto,


y con aún mucho mayor alcance en el acceso al espacio-tiempo, para el caso del disco solar o Piedra del Sol, conocido comúnmente aunque de manera errónea como calendario azteca (pues no es lunar sino solar),  por citar solo un par de casos.
Sin embargo, ambos contienen el mandala supremo de todas las tradiciones para trascender  el espacio-tiempo. La Cruz.


- La sexualidad sagrada y lo Sagrado Cósmico FEMENINO

Hace algunos años me reencontré con una sacerdotisa tántrica con la que tenía vínculos milenarios, de otras vidas, y con la cual viví múltiples y muy profundas experiencias espirituales en esta, siendo en no pocas de ellas la sexualidad el vehículo. 
Al principio de nuestra igualmente profunda relación, misma que duró un ciclo de transformación de 7 años, fui invitado por ella a participar en una ceremonia colectiva de sexualidad sagrada.

No sabía con que me encontraría, pues poco a poco he ido tratando de dejar atrás las expectativas y tomar solo la energía del evento en si mismo que me “mueve” a acudir al llamado o no.

La energía llegó de una forma muy particular y pocos días antes, durante uno de los encuentros rituales de sexualidad tántrica con mi pareja, como una revelación llegó la imagen de como los genitales femeninos eran una de las muchas “capas” de conocimiento contenidas en los magníficos códices que constituyen las imágenes planetarias de lo Sagrado Cósmico Femenino.

Fue tan clara y contundente la imagen en mi mente que no puede más que intentar plasmarla utilizando un programa de creación digital de imágenes.
Haciendo ajustes muy menores logré superponer con facilidad y de una manera casi perfecta, dos capas semitransparentes: Una foto de los genitales de mi compañera tomada al momento de la revelación, con una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Una vez obtenido el resultado, solo lo compartí con ella. Tenía la certeza de que aquella revelación era verdadera, que esa capa era parte del códice y que como suena natural, a nivel holográfico, lo femenino debía encontrarse contenido dentro de lo Sagrado Cósmico Femenino.
Como “secreto de pareja” producto de nuestra complicidad, a modo de broma aunque con mucho respeto, nos referíamos a la segunda foto como la de “la lupita”, para diferenciarla de la del icono mariano.


- Compartiendo la revelación con un buscador de la sexualidad sagrada

Llegaba el día del taller y en medio de las prácticas preparativas para las experiencias de sexualidad sagrada más profundas, me encontraba que el guía a cargo de la experiencia presentaba primeramente diapositivas con símbolos sagrados en general para posteriormente pasar a mostramos imágenes de diversas culturas del planeta, conteniendo escenas sexuales pero vinculadas con lo sagrado. Una de ellas que recuerdo más claramente es la de una mujer indú vestida con su tradicional sari, arrodillada frente a un altar orando ante la representación de un falo. Según recuerdo el puso especial énfasis en dicha imagen pues, buscando la sexualidad sagrada que no había encontrado en México en particular, como tantos otros hombres y mujeres de América para estos tiempos, había partido a encontrar dicho conocimiento a la zona energética que custodiara la memoria sagrada del planeta los anteriores dos mil años: Tibet e India.
Custodia que ahora corresponderá a América, en general y muy en especial al altiplano sudamericano, por los siguientes dos mil años.

Al darme cuenta de que aquella revelación entregada días atrás era premonitorio producto de la energía de la profunda y honesta búsqueda de años de aquel hombre, me sentí obligado con él y me atreví a compartirle las imágenes. 
Al llegar por la mañana al día siguiente, un Domingo. Le comenté si me permitía, me gustaría mostrarle algo, a lo cual él accedió. Encendí la computadora portatil que llevaba conmigo y por medio del programa que sincrónicamente había llegado a mi vida apenas pocos días atrás por intermediación del hermano de mi compañera quien realizaba composiciones fotográficas utilizando dicho programa y por quien se reveló la técnica que serviría para realizar la foto composición, procedí, frente a mi observador, a repetir alrededor de tres veces un ciclo donde pasaba de una imagen totalmente opaca del icono mariano de Tonantzin hasta la de los genitales femeninos por medio de paulatinas transparencias, regresando a la imagen original.

En total silencio nos mantuvimos ambos durante todo el proceso que duró algunos minutos. Al terminar, igualmente en silencio, se volteó el hacia mí y a modo de agradecimiento me abrazó profundamente conmovido, incluso externalizando un sutil llanto. 
Al parecer aquella revelación compartida había resonado en su alma y con su búsqueda planetaria de años para recuperar la sexualidad sagrada.


Compartiendo la revelación con algunos muy muy cercanos amigos

Esa imagen la compartí con muy pocas personas, solo mucho muy cercanos amigos y de mucha  confianza. 
¿Como darla a conocer públicamente?. ¿Como difundir aquella profunda revelación, que lejos de ser una gran falta de respecto o un enorme sacrilegio como pudieran considerarlo quizá muchas personas, muy en particular devotos mexicanos guadalupanos de mi mas profundo y total respeto, representaba una hermosa manifestación de lo sagrado de la mujer, de la compañera y la sexualidad y del producto de la unión de ambos. El mismísimo hijo de Dios que habita en cada uno de nosotros y se manifiesta en esta dimensión al momento del parto. 
Tanto conocimiento guardado por ese portentoso códice mariano: La piel y el rostro, herencia de un injerto cultural planetario. El manto, los ojos, el vientre, las estrellas (música, y arqueoastronomía), el Sol, la Luna negra. etc., etc..
Códice universal de la sabiduría tolteca vinculado con todos los códices marianos de las diferentes tradiciones sagradas del planeta. 


- Primera  confirmación externa

Mi compañera y sacerdotisa, igualmente tenía un compromiso de vida con la astrología, razón por la cual, meses previo a nuestro encuentro, su energía me inundó revelándome las bases astrológicas por medio de las cuales podría tiempo después compartir con ella como amiga, compañera y pareja.
Durante nuestra relación ella me había hecho mención más de una vez de Luis Lesur, refiriendose a él como un prestigiado astrólogo que tiempo atrás la había invitado a colaborar con él.
A Luis nunca tuve la oportunidad de conocerle personalmente, pero eso, como en otros casos, no impidió que este personaje se hiciera presente en mi vida de diversas maneras.

Años después, ya separado de mi compañera pero por intermediación de ella, llegó a mis oídos que el citado personaje había dejado su cuerpo como resultado de un supuesto suicidio. Noticia que me decía tenía especialmente consternados a sus discípulos y seguidores.

Transcurrió alrededor de un año y el hecho anterior sería profundamente relevante para este relato y el atreverme a darlo a conocer públicamente. 
Una mañana mientras me encontraba en casa, recibí un Email de una mujer de nombre Érika, que de manera muy similar al caso de años atrás de Angy, enviada a mi por el espíritu del fallecido medium cubano Jorge Berroa, era llamada ahora por el espíritu de su muy amigo y maestro, del cual no me revelaba su nombre, con la encomienda de completar un trabajo y solicitando mi ayuda.

Antes de responder el correo, medité y oré para pedir ayuda y guía a fin de saber si me correspondía ayudarla y como. En ese estado, una silenciosa voz resonó en mi interior revelando provenir del espíritu de Luis Lesur.
Respondí entonces al Email preguntando si el nombre de su maestro al que hacía referencia era el antes mencionado.
Ella sorprendida rápidamente respondió: ¿Como sabes?, a lo cual di inmediata respuesta escribiendo: ¿Como sabías que debías escribirme y que yo te podía ayudar?.

A continuación, la misma voz me indicó que buscara en Internet usando el nombre revelado junto con la palabra clave Virgen de GuadalupeAl hacerlo, sincronicamente encontraría en un sitio de astrología del que tenía referencia desde tiempo atrás por mi ex compañera, sin que yo nunca en lo personal lo hubiera explorado, un texto donde Luis presenta un estudio astrológico de la Virgen y de México desde la perspectiva de las fechas manejadas para la aparición y materialización del icono mariano en el Tepeyac en el año de 1531.
En diversos párrafos el autor hace referencia a los genitales femeninos y las figuras marianas, y en el siguiente que transcribo a continuación, hace mención específica del icono guadalupano.


"La gran madre nos dice que la mandorla que representa los genitales femeninos es un emblema de la diosa Afrodita. Es obvio que la silueta de la Virgen de Guadalupe forma una mandorla perfecta."

Las claves ocultas de la Virgen de Guadalupe - Luis Lesur





Aunque hasta este momento no se si se concretaría la encomienda del llamado para Érika ni como, más de una ocasión nos encontramos personalmente, y en nuestra primera cita en Coyoacán, ella me obsequió un ejemplar impreso del texto anteriormente citado, pues al ser tan cercana a Luis en vida, se encargaba de custodiar diversos materiales del mismo así como de continuar con la edición del trabajo de su maestro. Durante alguno de aquellos encuentros, igualmente me hizo algunas revelaciones que confirmaron la información entregada por el propio espíritu de Luis y que difieren radicalmente de la versión difundida sobre su muerte.

Asimismo el encuentro con dicho texto me llevaría a considerar una vez más un tema sobre el cual no tengo capacidad de dar respuesta definitiva, pues mi conocimiento tanto en el campo de la astrología, como en muchos otros temas, es sumamente limitado.

Solo  puedo confiar en que en el futuro, los expertos correspondientes tomarán la invitación del espíritu del propio Luis a revisar las conclusiones a las que el astrólogo llegara en vida al respecto de la carta astral de la Virgen de Guadalupe, la cual de manera similar al caso de la carta natal de Regina pareciera no contener suficiente energía Acuariana (o de su regente Urano), para por si misma definir de manera contundente la fecha del inicio de esta Nueva Era, en que México juega un papel fundamental a nivel planetario.

Independientemente de la encomienda para Érika, por mi parte la energía del mencionado espíritu fue fundamental para obtener la primera confirmación “externa” de los eventos de años atrás sobre el hecho de que lo femenino se encuentra contenido dentro de lo Sagrado Cósmico Femenino. Lo anterior, aunado a los eventos y circunstancias que rodean mi vida en este Julio de 2012, a casi un año exacto de aquel encuentro, me mueven a compartir esta información, con el mayor respeto,  pero de manera abierta, por vez primera.


Compartiendo la revelación con el mundo

Por múltiples motivos no puedo compartir aquella fotocomposición original. Por un lado por que ya no conservo las imágenes, segundo aunque las conservara, por respeto a quien fuera mi compañera en ese momento y tercero por el hecho de que sería necesaria algún tipo de animación para mostrar las capas en ciclos de paulatina transparencia-opacidad, como lo hiciera al referido maestro años atrás.

Pero confío que las imágenes siguientes serán suficientemente elocuentes y que además la representación genital utilizada incluye un “espectro” más amplio de las representaciones marianas. Siendo el caso guadalupano tan solo aquel en que los labios mayores se encentran plegados en cierta forma particular formando el manto, como fuera el caso que inspirara la primera revelación. Aunque muy probablemente dicho doblés guarde algún profundo simbolismo codificado en si mismo pues, en las imágenes provenientes de la mente Superior o Divina, nada es casual. 




Termino de compartir el anterior relato, impulsado no se por que fuerza después de años de silencio, y resuenan en mi interior las muy conocidas palabras guadalupanas.

¿No estoy aquí yo, que soy tu madre?


.:.


Adendum : 
- La observación, la concentración y la consciencia.

—Muy bien —afirmó con lenta voz. —Entonces debemos empezar por tratar de resolver el primer problema, y ése va a ser, sin que sea mi intención ofenderlo, que no podremos iniciar desde ahora nuestros estudios sobre Historia, porque me imagino que usted no ha de saber estudiar.
Sus palabras me sorprendieron, pero principalmente irritaron e hirieron mi vanidad.
—No entiendo bien lo que quiere usted decir —afirmé secamente.
—La inmensa mayoría de la gente mantiene su mente en continua agitación, su pensamiento está siempre saltando de un tema a otro aun cuando no exista entre ambos la menor conexión. La trayectoria de sus ideas abarca las cosas más heterogéneas en un breve período de tiempo y todo ello les impide lograr una verdadera  concentración.
Para lograr esto es necesario aprender a detener la mente, a fijarla única y exclusivamente en el objeto que estamos observando o en el tema sobre el cual nos encontramos reflexionando; asimismo, es indispensable estar en posibilidad de mantener esta concentración todo el tiempo que sea necesario.
— ¿Qué relación puede tener lo que usted afirma con el estudio de los hechos históricos? —pregunté con asombro.
El alemán, a quien en lo sucesivo designaremos simplemente como "el coronel", se sonrió levemente al escuchar mi pregunta y en seguida afirmó:
—La relación proviene de que resulta simplemente imposible pretender obtener una cabal comprensión de cualquier acontecimiento histórico, si no se posee antes una mente capaz de analizar y valorizar debidamente todos y cada uno de los elementos que lo integran.  De lo contrarío sólo se obtendrá una cronología, una descripción superficial del suceso, pero nunca una  auténtica comprensión del mismo. Tanto la observación como el análisis y la valoración de los elementos y las causas que integran y producen los hechos históricos, para ser válidos tienen que realizarse en un estado de profunda concentración, si es que realmente se desea llegar a conocer algo de la verdad de estos asuntos y no contentarse con falsas explicaciones. Resulta indispensable, por lo tanto, antes de iniciar el estudio de la Historia, aprender a observar y a concentrarse.
Al terminar de hablar, el coronel se levantó, caminó hacia uno de los numerosos estantes de libros, tomó un volumen alto y angosto y me lo entregó mientras decía:
—Voy a prestarle a usted esto: es una selección de  reproducciones de algunos grabados con acontecimientos de la Revolución Francesa. Su mérito estriba en que todos los originales fueron realizados por personas que presenciaron directamente los hechos que se describen en los grabados.
— ¿Y qué es lo que debo hacer con esto? —pregunté sorprendido, pues el giro que había tomado lo que yo suponía debería ser una clase de historia me resultaba del todo desconcertante.
—Realizar el siguiente ejercicio: colóquese frente  a un grabado y dediqué toda su atención a observarlo detenidamente en cada uno de sus detalles durante un lapso de unos cinco minutos; en el tiempo en que esté efectuando dicha observación no debe usted pensar en nada, ni siquiera en el acontecimiento que está representado en el grabado; únicamente debe concentrar toda su atención en observar todos y cada uno de sus detalles procurando retener éstos en su mente. Después de haber observado el grabado, debe apartarlo de su vista, cerrar los ojos, y durante cinco minutos tratar de visualizar mentalmente la escena contenida en el grabado, o sea, tratar de recordarla con toda exactitud. Al igual que durante el desarrollo de la primera parte de este ejercicio, su mente no debe propiamente estar  pensando, sino únicamente recordando con la mayor precisión posible todos los detalles del grabado.
— ¿Y qué debo hacer después de esto? —pregunté.
—Dedicar unos quince minutos a meditar sobre lo que vio en el grabado, o sea a pensar en los distintos significados e implicaciones que podrían derivarse de la escena representada, con objeto de poder comprender ésta en toda su profundidad.
—¿Y al terminar de meditar?
—Es conveniente descansar unos minutos, no más de diez, y en seguida volver a efectuar el mismo ejercicio con el mismo grabado, siguiendo el procedimiento en forma idéntica, o sea observación del grabado, representación mental y meditación.
—¿Y al terminar el ejercicio por segunda ocasión? —pregunté cada vez más sorprendido.
—Otro descanso y a comenzar de nuevo. Desde luego no conviene que al principio se exceda demasiado practicando este ejercicio, dedique tan sólo de seis a ocho horas diarias
— ¿A un solo grabado? —pregunté perplejo.
—Sí. En el libro hay exactamente treinta grabados, si dedica un día a cada uno puede terminar en un mes; así, pues, lo espero el próximo día dos de febrero a las siete de la mañana, entonces seguiremos platicando.
Abandoné la casa portando bajo el brazo el delgado  y alargado libro que contenía los grabados. El desconcierto y la confusión más completos me invadían.
Mi primera conclusión fue la de que aquel individuo debía estar loco de remate; no veía en qué forma podía llegar a aprender Historia utilizando el sistema,absurdo a mi entender, de pasarme horas enteras contemplando un mismo grabado.
A mi memoria vino el recuerdo de un hecho de la infancia: el de mi asistencia todos los sábados por la tarde alas clases sobre religión, que se impartían en la parroquia cercana de la casa en que habitaba en aquel entonces. Recordé que al terminar la lección, la persona encargada de la enseñanza, una señorita de edad avanzada de quien había oído decir que no se había casado por ser demasiado "seria", entregaba a todos los participantes una estampita conteniendo un motivo religioso.
A la semana siguiente la catequista procedía a formular a varios de los niños, sin que vieran la estampita, una serie de preguntas relacionadas con la representación contenida en ésta; si consideraba que las respuestas habían sido correctas, se premiaba a los interrogados obsequiándoles un caramelo. Concluí que, al parecer, el coronel juzgaba que era yo un niñito que debía ser enseñado por medio de estampitas; me imaginé que posiblemente en nuestra próxima entrevista, si consideraba que había aprendido bien la lección, me premiaría con alguna bolsa de dulces o chocolates.
Al día siguiente comencé a practicar desde muy temprano los ejercicios indicados por el coronel.En el primer grabado del libro aparecía Carlota Corday —la asesina de Marat— en el momento de serconducida en una carreta rumbo a la guillotina.
A los pocos instantes de estar contemplando fijamente el grabado comprobé con sorpresa cuán difícil es tratar de mantener la atención concentrada en una sola cosa. El rostro de Carlota Corday trajo a mi memoria la imagen de una joven empleada en una tintorería de la colonia Roma, cuyas facciones eran ligeramente similares. Esto me hizo recordar que debía pasar a recoger varias prendas de ropa a ese establecimiento. A continuación recorrí mentalmente mi guardarropa y tomé la determinación de comprar un saco sport. Al darme cuenta de que no estaba realizando el ejercicio como debía, traté de volver a concentrarme, pero al poco rato ya estaba nuevamente divagando. Al terminar los cinco minutos correspondientes a la primera parte del ejercicio, inicié la siguiente fase, o sea la de tratar de representarme mentalmente la escena contenida en el grabado, manteniendo mientras tanto los ojos cerrados.
Esta segunda parte resultó aún más difícil, pues me di cuenta de que no me era posible recordar con precisión sino algunos detalles del grabado. Pero cuando comprendí a qué grado estamos acostumbrados al funcionamiento superficial de nuestra mente, fue en el ejercicio de meditación.
Durante el mismo, estuve haciendo constantes esfuerzos por tratar de profundizar en la escena del grabado, e impedir a la vez que ello me condujese a pensar en numerosos acontecimientos que, aun cuando también formaban parte de la Revolución Francesa, no tenían nada que ver con el personaje que en aquel momento me interesaba, el cual permanecía alejado y misterioso, sin que mis reflexiones sobre el mismo me aportasen ningún dato acerca de su verdadero carácter, así como de los móviles que le habían impulsado para realizar un acto de tanta trascendencia, como fue el haber dado muerte a Marat.
Al terminar el lapso de quince minutos dedicados a la meditación, procedí a descansar; mientras lo hacía, reflexioné sobre la experiencia obtenida mediante aquel primer ejercicio."¿Cómo era posible —me pregunté sorprendido— que ni yo ni nadie de las personas a quien conocía, se hubiese percatado de algo de tanta importancia, como es el hecho de que no controlamos nuestra mente en forma permanente, sino tan sólo en medio de constantes interrupciones, durante las cuales ésta divaga a su antojo?".
Concluí que posiblemente la explicación a la pregunta anterior se encontrase en la increíble velocidad de la mente para producir ideas, crear imágenes y hacer rememoraciones, todo ellos sobre los más variados temas.
Esta circunstancia, unida al hecho de que generalmente basta un leve esfuerzo de nuestra voluntad para lograr enfocar la atención al tema que nosotros deseamos —aun cuando esta concentración dure únicamente unos cuantos segundos—, nos permite mantener la ilusión de que somos los dueños de nuestra mente, cuando enrealidad la mayor parte del tiempo no mantenemos ningún control sobre ella permitiéndole divagar al azar, generando ideas o recuerdos sin ninguna conexión lógica, al solo impulso de los variables estímulos que percibe a través de nuestros sentidos.
Al terminar el período de descanso reanudé con renovado entusiasmo el ejercicio, repitiendo las mismas tres fases ya descritas.
Al poco tiempo comencé a sentir un fuerte dolor de cabeza y no pude continuar mis prácticas por el resto de la mañana. Por la tarde volví nuevamente a ellas, pero procuré hacerlo con intervalos de descanso mucho más espaciados que el de diez minutos fijado inicialmente.
Durante todo el mes continué tratando de alcanzar algún progreso en la práctica de aquellos ejercicios. Apesar de los desesperados esfuerzos que sin cesar realizaba, mi mente escapaba siempre a mi propósito de mantenerla concentrada durante largo tiempo en aquello que yo le señalaba.
En varias ocasiones me sentí dominado por el desaliento y el agotamiento más completos, e incluso estuve tentado a declararme vencido. A menudo me imaginaba a mí mismo devolviendo aquel odioso libro de grabados que me esclavizaban, para así poder marcharme muy tranquilo al cine, a contemplar una muy "buena" película de esas que, como la inmensa mayoría, han sido realizadas con el propósito de evitar a los asistentes el tener que hacer uso de sus facultades mentales. A pesar de todo, proseguí con mi labor.
Día tras día fue transcurriendo aquel mes interminable, durante el cual abandoné mi departamento tan sólo en contadas y breves ocasiones, pues la práctica de aquellos ejercicios mentales absorbía íntegramente mi tiempo.
Lentamente fui percatándome de pequeños avances: los dolores de cabeza eran cada vez menos frecuentes, los períodos de control continuo de la mente iban siendo un poco más largos, los detalles que lograba observaren los grabados eran cada vez más numerosos, la imagen visualizada mientras permanecía con los ojos cerrados se parecía ya un poco más al original y sus contornos lucían menos borrosos que en un principio.
Pero lo que a mi modo de ver resultaba más importante, era que durante el tiempo dedicado a la meditación, lograba hacer una serie de reflexiones relacionadas directamente con el tema del grabado, lo que difícilmente hubiera podido realizar antes de iniciar aquellas prácticas que en un principio juzgara infantiles.
Llegó, por fin, el día en que terminé con el último grabado; por tanto, la mañana siguiente era la fecha de lacita en casa del coronel. Me sentí presa de un creciente nerviosismo muy superior al experimentado en vísperas de cualquier otro examen.
Un rápido vistazo a toda la serie de grabados me permitió darme cuenta de que si bien en lo concerniente a los últimos del libro, podía sentirme más o menos seguro, pues la práctica efectuada con ellos se había realizado en los días en que ya poseía cierta experiencia en aquellos ejercicios, ello no ocurría en lo que se refería a los grabados correspondientes a los primeros días.
Era ya demasiado tarde para tratar de superar esta grave deficiencia, por lo que, al igual que la mayoría de los estudiantes de todas épocas, me imaginé que, en última instancia, sería la suerte la que diría la última palabra en aquella singular prueba.”